MONO vs. ANDROIDE (LA BATALLA FINAL)
Quien pensaría que la ciencia y tecnología pudieran llegar tan lejos en el deporte del boxeo, que tantas glorias ha suscitado en décadas pasadas.
En pleno siglo XXII, los pugilistas ya no se enfrentan entre ellos, sino con robots, androides o como usted guste llamarlos. Desde luego se trata de máquinas dotadas de inteligencia artificial para el combate.
Así las cosas, quien desee convertirse en campeón mundial, debe derrotar a 4 robots, en menos de tres meses. El grado de dificultad del primero es más o menos superable, pero a partir del segundo, si el retador se descuida un instante, puede quedar fuera de la pelea desde el primer asalto. Huelga decir que el cuarto es casi invencible, y hasta hoy ni un solo pugilista le ha ganado una contienda, por eso no tenemos campeones a quien vitorear.
Esta vez la pelea es en peso completo y el retador está decidido a derrotar a la máquina y coronarse primer campeón del mundo en esa categoría. Apenas hace 10 días, con mucha dificultad venció al tercer robot; esto porque un desperfecto mecánico hizo perder el equilibrio a este último; para luego caer de bruces, sin que pudiera incorporarse de nuevo.
Talan Talan ¡empieza el combate!:
Round1. Con el primer golpe que le lanza el robot le rompe la boca al retador y, antes de terminar lo manda a la lona tres veces. Round 2. El retador se la pasa huyendo del robot, quien le manda 4 golpes por segundo. Rounds 3 al 9. Al retador no le queda parte sana en su rostro y la sangre le brota con profusión. Rounds 10 y 11. A estas alturas el hombre es una piltrafa y solo sigue de pie, porque la gente, enardecida y ávida de más sangre, lo anima a seguir. Su rostro esta amoratado en extremo y apenas si puede ver porque la hinchazón se lo impide.
En el 12. Suena la campana, en este asalto de seguro terminará la carnicería. Pero el retador sorprende a todos. Con las escasas fuerzas que le quedan, se pone de cabeza y empieza a pedalear. El robot se desconcierta; en su programa no registra nada parecido: y no sabe cómo responder, por lo que se queda inmóvil. El retador aprovecha el momento de confusión y con ambas piernas lo trenza por el cuello y lo derriba; luego se incorpora, pone un pie sobre su pecho y con las escasas fuerzas que le quedan le arranca la cabeza y la arroja al público, que huye aterrorizado, pues la cholla de más de cuatro kilos del androide, rueda tras ellos desprendiendo chispas y llamas azules por sus ojos.