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No privatizarás el petróleo

Escrito por Ramón Ojeda Mestre-QEPD en Miércoles, 02 Octubre 2013. Publicado en Economí­a, Noticias, Opinión, Política

El petróleo es un recurso no renovable. Lo que quemamos ya no regresa, cuando lo convertimos en diesel, en gasolina o gas licuado y lo usamos para los coches o para la estufa, o el calentador como combustible, jamás regresará. Al menos no en su forma original. Podrá retornar como residuo gaseoso a la atmósfera o como humos y partículas, pero como petróleo, jamás. Como las golondrinas que aprendieron nuestros nombres, esas no volverán, dijo Gustavo Adolfo Bécquer. El petróleo es un bien finito, escaso y agotable y el que tenga más reservas para el futuro las podrá comercializar mejor o utilizarlas para lo que la ciencia nos depare.

 No estoy de acuerdo con Andrés Manuel López Obrador, alias El Peje, pero desgraciadamente tiene razón, quizá por esta única ocasión, pero tiene la maldita razón, a México no le conviene privatizar el petróleo ni dejar que los mejores negocios, que podría hacer el estado mexicano para combatir la pobreza brutal y creciente, los haga la iniciativa privada extranjera. Conforme los años pasan, la tecnología para explorar, extraer y transformar el petróleo será más avanzada y más accesible y podremos obtener mejor provecho de nuestro petróleo, pero si ya lo “hipotecamos” pignoramos, empeñamos, comprometimos o vendimos por adelantado con el pretexto de que estamos abriendo la cancha a la inversión extranjera que nos salvará, estamos perdidos. Es una mentira vil y absurda. Decía mi tutor en la Universidad de Arizona: “No matter how thin you slice it is still baloney”, no importa que tanto la rebanes sigue siendo longaniza.

 Si no usáramos una gota de petróleo ahorita, dentro de cincuenta años nuestro país sería inmensamente rico. Entre más petróleo quememos o entreguemos ahora, más pobres seremos. Más de lo que ya somos. A los países que lo guarden se los pagaremos a precio de oro o diamantes, porque ya estaremos ensartados con el vicio del automóvil, del agua caliente en el baño, etc. Ninguna, absolutamente ninguna industrialización o transformación de hidrocarburos, nos la tiene que hacer extranjero alguno. En la medida en que dejemos que tengan los procesos de transformación o de exploración, dependeremos de ellos. ¿Es que somos tan brutos, tan perversos o tan corruptos que no nos damos cuenta que la mitad de la gasolina que usamos la compramos en el extranjero? Nos hacemos de la vista gorda con el retraso perverso de la instalación de la nueva refinería.

 Ninguna computadora o celular se fabrican sin un derivado del petróleo. Así seguirá siendo, es decir, que tenemos una materia prima fundamental que se está agotando y que la vamos a entregar directa al extranjero, en lugar de darle la oportunidad y la confianza a los mexicanos. ¿Por qué no? Si necesitan capital, cualquier inversionista del mundo les daría crédito; si necesitan tecnología cualquier empresa del mundo se las vende o alquila al precio y condiciones más convenientes. Entregar el petróleo, por más que lo disfracemos de fórmulas chocolatosas, es ahorcarnos nosotros mismos la mula de seises, sin ánimo de ofenderle.

 Ni siquiera deberíamos de estar discutiendo. Es como vender nuestra sangre u órganos. Como vender el alma al diablo, en la vieja metáfora. Somos uno de los pueblos más pobres del mundo al haber abierto las…puertas de par en par para todo y en todo. Las utilidades de las empresas extranjeras se van para el extranjero. Esto es: enriquecen a otros países y empobrecen a nuestro pueblo. Véase lo que pasó cuando los bancos se privatizron y se extranjerizaron, ahora las inmensas utilidades se van para el extranjero y a nosotros sólo nos dejan los corajes. Ojalá que los politicoides y los congresistas, la sociedad civil, los gobiernos o ciudadanos, recapaciten ante un error histórico descomunal del que nos arrepentiremos y tarde o temprano irán a la cárcel o al paredón quienes hayan jugado contra los intereses de la nación. Por un puñado de dólares, como dijo Sergio Leone.

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Ramón Ojeda Mestre-QEPD

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