Para leer a Josean
Hace días que el enojo me tiene atrapada, no he encontrado el tiempo para leer como acostumbro, el cansancio me vence, todos los días observo mis libros como se observa al amante inalcanzable. Mi lista de “libros que quiero leer” aumenta, los artículos y sitios de internet en mi lista de favoritos cada día se hace más larga. Una cuartilla, un poema al día al menos: me digo como autoperdonándome. Pero, para leer a Josean, eso no es suficiente…
Hace algunos meses tuve la fortuna de ver brillar en mi msn una ventanita que decía JOSEAN, detrás del parpadeo naranja se encontraba un hombre lleno de texturas, colores y voces. Hablamos por horas, después fuimos al cine, tomamos café, fuimos a los bares, al cine, compartimos libros, secretos y anhelos. Nos hicimos amigos.
“Es importante saber a quien tiene uno enfrente”, me dijo un día.
Hoy a la distancia, leerlo, no es sólo un acto de amistad, de encontrarme con él como sentada frente a su taza de té color rojizo, es también una provocación, una introspección, un descubrirle y descubrirme entre sus letras. Irreverente, irónico, crítico. Lector empedernido y escritor sin pelos en la tinta, que no tiene empacho en usar las palabras: “coger, semen, vagina, calentura” en sus textos y poemas. Pero que tampoco tiene miedo de escribirse vulnerable, solo, enamorado, reconstruyéndose. Leerlo requiere toda la atención emocional que uno pueda tener, un desnudarse para encontrarse entre sus líneas.
Es por eso que esta tarde, compré café, una cajetilla de cigarros y me dispuse a leerle, gracias Josean, por tus letras, por ser mi amigo, por estar…