Piedra Hiedra

Tan mía de mí
nació en mi jardín razón sin razón
un punto inconsciente de mi subconsciente,
maraña de Freud, piedra hiedra
que invadió las cosas incluyendo rosas,
del amor estrellas, así nominadas por… ¿bellas?
No sé, en mi sueño profundo que duró un segundo
fui lo que soy sin la influencia del mundo…

En el hombro derecho,
como un periquito, traía de mascota
una cucaracha de antenas muy largas
para detectar a sus enemigas,
las siempre afanosas y unidas hormigas,
que según contaba un poco asustada:
"Andando en bandada son de la chingada…"

Un cuervo más tuerto que mis poesías
cantaba incesante dulces melodías
mientras una vaca bailaba en tutú
“El charco de los cerdos”,
tan lindos, tan tiernos
y tan requeridos en cualquier festín.

Todo era tan fecto en mi sueño raro
sin de, sin per, sin miedo
hasta que de-s- per- té de la realidad
de-fecto per-fecto de la libertad.

Una piedra hiedra simula una rosa
al pie de una fosa común como otras,
en el epitafio se lee una cosa:

“Aquí yace Cuca Racha,
la que le temía a las multitudes,
la que repetía con loca obsesión:
Las masas no siempre tienen la razón”…