¿POR QUÉ MATAN A PERIODISTAS?
El pasado día quince del mes en curso fue asesinado en Culiacán el periodista Javier Valdez Cárdenas a manos del crimen organizado. La lista de periodistas víctimas de la narco violencia se alarga como se alargan las promesas de justicia para estas víctimas. A la cantaleta de las autoridades de gobierno se une la de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que a través de su Programa de Agravios a Periodistas y Defensores Civiles muestra ser un instrumento burocrático totalmente inútil para dar seguridad a los periodistas o esclarecer las agresiones a los líderes defensores de derechos humanos.
Los dos últimos meses han sido de terror para el periodismo y por ende para la sociedad. El dos de marzo fue ejecutado el periodista Cecilio Pineda en ciudad Altamirano, Guerrero, el 19 de marzo tocó el turno a Ricardo Monlui en Yanga, Veracruz, luego siguió Miroslava Breach en Chihuahua el 23 de marzo y Maximino Rodríguez el 14 de abril aquí en La Paz, BCS, continuó Filiberto Álvarez en Tlaquiltenango, Morelos, el 29 de abril. Ahora en mayo Javier Valdez en Culiacán.
¿Por qué el periodismo se ha convertido en oficio de alto riesgo? Sin duda las víctimas ejercían su oficio desde estilos y visiones distintas, pero casi todos se habían asomado a la cloaca de las organizaciones criminales. Entre los profesionales de la comunicación victimados los había simplemente descriptores de los hechos, de las posibles bandas que actuaban en sus entidades, otros profundizaban en las relaciones de las bandas organizadas con las policías y hasta con los niveles de gobierno como los municipales que son los más vulnerables y permeables a las mafias. Los mafiosos simplemente no toleran que atisben a sus modos de operación, a la composición de sus bandas, a los territorios que dominan o que disputan con otras bandas. El periodista de la nota roja también está expuesto a que los ciudadanos lo considere depositario de información que no pueden dar a las policías por temor –fundado- a que éstas estén colididas con los criminales y al rato los tengan en su casa agrediendo a las familias que hacen denuncias. También el periodista de acciones violentas es foco de las bandas rivales que mediante extorsión o amenazas creen poder orientar las notas periodísticas en su favor. Y sin dudarlo algunos lo consiguen integrando forzadamente a periodistas a sus redes o áreas de influencia. Ya no se diga si el periodista investiga relaciones entre la mafia y los cuerpos de seguridad, diputados, funcionarios de gobierno. En las condiciones actuales hacer esto es ponerse en la puerta de las venganzas de los mafiosos.
En el complejo tema del narcotráfico confluyen asuntos tan polémicos como el marco legal de la participación de las fuerzas armadas en este combate, la capacitación de las policías y su coordinación, la legalización del consumo de drogas, la investigación para encontrar a los responsables intelectuales de la violencia narca, combatir también las actividades ilícitas ligadas a los grupos vinculados al narcotráfico (robo, secuestro, extorsión) y lógicamente la protección de quienes informan a través de los medios de la actividad del crimen organizado. El país parece empantanado en todos estos temas, mientras la violencia cobra víctimas en todos los campos.