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Serendipia: ¿QUÉ ES UNA SERENDIPIA?

Escrito por Arturo Meza en Lunes, 27 Enero 2014. Publicado en Ciencia, Historia, Tecnología

La palabra serendipia es, en principio, eufónica: de sonido suave, sílabas justas y variadas, es también una palabra necesaria pues no había, en el mundo de la ciencia una palabra para designar un descubrimiento en el que obra la casualidad. Ha habido muchos descubrimientos e inventos en los que un acto azaroso resolvió o ayudó a resolver el problema, sin embargo, creer que solo el azar o la casualidad estuvieron presentes –chiripa- es minimizar la actuación del científico, no tomar en cuenta su sagacidad, su preparación.

Hay muchos ejemplos, quizás una de los más sencillos de comprender, es el descubrimiento de Cristóbal Colon que llegó a América por casualidad. Colón no andaba buscando nuevos continentes, buscaba un camino más corto hacia las Indias Orientales, por lo tanto, entendía que la tierra era redonda. Colon llegó a América como habían llegado muchos otros navegantes, solo que Colón si supo que era un nuevo continente porque era un marinero avezado, sabía de navegación, de cartografía, usaba la tecnología de la época; era un hombre típico del renacimiento. Después de estudiar el asunto, supo que había llegado a otro continente. Se juntaron la preparación y la casualidad.

Otro ejemplo es el de Alexander Fleming, descubridor de la penicilina. Fleming trabajaba en un laboratorio ubicado en un sótano, cultivaba bacterias –estafilococos- por descuido dejó un cultivo abierto, de vuelta se encontró que algo había acabado con su cultivo. Quizás una actitud habría sido echar a la basura el cultivo contaminado, al contrario reflexionó si algo, algún otro bicho habría acabado con su cultivo. Fueron días, meses de ensayar y buscar al culpable. Hoy en día un químico clínico sabe lo difícil que es buscar hongos, pues Fleming con la tecnología de la época y armado de una tenacidad de hierro, lo logró, en efecto, era un hongo que se llama penicilium notatum, de donde se extrae la penicilina. Es cierto, obraron un montón de casualidades para que el hongo llegara al cultivo de Fleming, pero sería muy injusto pensar que fue solo la casualidad que estuvo presente en este descubrimiento fundamental para la humanidad.

La palabra la rastreó, hace poco más de 30 años el Dr. Ruy Pérez Tamayo y lo publicó en un libro que se llama precisamente Serendipia (siglo XXI, 1980). Dice Pérez Tamayo que serendipia viene de la palabra serendipo, como se llamaba antiguamente, la región de Ceylán, actualmente Sri Lanka, una isla al sur de la India. Ahí en Serendipo existe una leyenda acerca de un rey que tenía tres hijos, entre ellos habría de seleccionar a su sucesor. Para tal efecto, los sometió a una competencia y los mandó a recorrer mundo, quien a su regreso, adquiriera más sabiduría y sagacidad, sería el nuevo rey. Así, a su regreso, los príncipes cuentan a su padre una serie de observaciones a las cuales llamaron serendipias, que eran en realidad deducciones complejas a partir de observaciones simples. Curiosamente, el ejercicio de los príncipes al estilo de Sherlock Holmes no cumplen los criterios actuales de Serendipia.

Fue Horace Walpole, un mundano y acaudalado inglés, coleccionista y negociante en arte, quien en sus correrías por la India acuñó el término de serendipia para denotar que se encuentra algo que no se busca donde el elemento de la casualidad y la sagacidad están presentes.

En ciencia, al parecer una de las primeras menciones la hace Walter B. Cannon –los estudiantes de medicina llaman a su ya tradicional manual de fisiología médica “El Canon”- en su autobiografía escrita en 1948, hay un capítulo que llama “Ganancias de la serendipia” en donde la ejemplifica con grandes momentos de la ciencia que se han beneficiado de la serendipia: Galvani que descubre la contracción muscular por corriente eléctrica; Volta la generación de electricidad por metales; las reacciones alérgicas por Richet; la vitamina K por Dam, la dinamita por Nobel; la relación entre el páncreas y la diabetes por Minkowski y Von Mering que la descubrieron mientras investigaban otras funciones del páncreas, se dieron cuenta que la orina de los perros a los que le extirpaban el páncreas, era apetitosa para las hormigas, tenía más azúcar de lo normal.

En suma, para que un hecho se considere serendipia debe cumplir con tres elementos: 1. encuentro accidental, 2. debido a la sagacidad del involucrado y 3. que estaba buscando otra cosa. Tal combinación trae a la mente aquella extraordinaria frase de Pasteur: “en los campos de la observación el azar solo favorece a los espíritus preparados”. Serendipia remite a la importancia de evitar las adherencias rígidas a ideas fijas. La sabiduría  aconseja, por lo tanto, mantener las mentes abiertas, receptivas, hospitalarias a las nuevas visiones, a los avances recientes. Poseer una inteligencia aventurada, evitar la seguridad cómoda o apoltronarse en las opiniones convencionales.

Serendipia se habilitó para poder separarla de la palabra “chiripa” que significa “casualidad favorable”, serendipia, por lo tanto, honra a tantos y tantos científicos que se beneficiaron del elemento casual, pero también de su mentalidad abierta, de su capacidad para reconocer lo extraordinario, de su espíritu preparado.

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