Recomendación fílmica: LA CARRIÈRE DE SUZANNE
“La Carrera de Suzanne” es el segundo de los capítulos de la serie de películas que comprenden los seis cuentos morales del realizador Eric Rohmer.
En este capítulo, el cual básicamente es un mediometraje (por su duración de menos de 60 minutos), la marca que deja la moral en nuestro protagónico -que no lleva el nombre de Suzanne-, es mucho más profunda.
Nuestro protagónico es Bertrand, joven estudiante de medicina en la Sorbona, que vive en una pequeña habitación de un hotel (al más puro estilo de Michel de Pickpocket de Bresson), siempre está tratando de estudiar y careciendo de dinero, siempre se encuentra con su mejor amigo Guillaume, quien vive solo en la casa de su madre, quien es la que lo mantiene. Guillaume siempre logra sin gran esfuerzo hacer que Bertrand deje sus ocupaciones para que lo acompañe a su casa, o la los clubes, o a donde a éste se le ocurra. La película empieza básicamente cuando estos dos conocen a Suzanne, una chica que estudia interpretación y que trabaja en una dependencia gubernamental que trata la tuberculosis, de este encuentro se da un amorío entre Guillaume y ella, mientras que Bertrand trata de conquistar a Sophie, pero sin un plan definido o prisa alguna, en vez de preocuparse por sus problemas mira la relación tormentosa de Suzanne y Guillaume, relación que va y viene, pues Guillaume no la trata en serio y siempre termina hiriendo a Suzanne, pero basta que este le pida perdón para que ella vuelva a sus brazos. En una ausencia que tiene Guillaume la relación entre Suzanne y Bertrand se vuelve más sólida, al grado que cuando Bertrand no quería salir por falta de dinero, ella le daba, pero cuando Guillaume se entera de esto le propone a Bertrand sacarle todo el dinero que tiene, aquí es donde empieza el dilema de Bertrand entre ayudar a su mejor amigo (quien es un vividor), y la culpa de hacerle algo tan bajo a la buena chica que sólo buscaba su compañía porque de verdad le quería, aunque de cierto modo la estuviera comprando, al final Bertrand se da cuenta que la única que supo leer todo el panorama fue Suzanne, la que supo entender las reglas del juego y al final ganar la carrera, quien no duda en aprovechar la situación a pesar de lo buena que es, cuando esta después de un bache tanto emocional como económico, luego de dejar su trabajo y quedarse sin amigos ni dinero, de cierta forma vende su felicidad, mientras que los demás se dan cuenta que no tienen lo que en verdad querían, porque se dieron cuenta de lo que en verdad querían demasiado tarde, ahora se tenían que conformar con lo que creían querer y que al final perderán, como lo puede ser una chica, como lo puede ser el dinero.
En esta película Rohmer expone quizá con más fidelidad muchas de las bases que conforman las particularidades de la Nueva Ola Francesa. La película es el reflejo de una generación de jóvenes que buscaban su lugar en el mundo y que apreciaban lo bello de él, y despreciaban (aunque se ayudaban de eso por supuesto) de las viejas tradiciones de los viejos como la de querer en contra del sistema y la corriente todo el tiempo. Todo el tiempo la cámara observa meticulosamente a nuestros personajes, los muestra reales y pueriles (incluso a veces sin ser el foco de atención ante la cámara) aun en sus ratos de ocio y sus desencantos, en sus pensamientos profundos como en los no tan profundos. (Otra similitud que guarda a mi parecer con Pickpocket es como el protagonista se vuelve el narrador).
Muchas veces se menciona la palabra "snob" entre los personajes, lo cual refleja, o pretende reflejar la falta de identidad de estos, el siempre estar en constante cambio, queriendo encajar, fingir lo que no son o no tienen, salvo por las circunstancia o casualidades de la vida, ya sea por no tener valor propio, o por querer la compañía del otro. De los grandes valores sin lugar a dudas es la música de la película, una selección de jazz que bien podría envidiarle cualquier película de Woody Allen, hablando de mujeres que se nos escapan por estar tras de otras.
En menos de una hora Rohmer es capaz de seducirnos y envolvernos en una historia con un discurso que podría envolver generación tras generación de jóvenes buscándose, ya sea en el estudio, en la fiesta, en el amor, en el dinero, en la vida; porque al final de cuentas la juventud no envejece, la juventud siempre está presente aun sigan pasando los años.