Recomendación fílmica: Desierto indígena: todos los que habitamos en esta porción de desierto y mar.
La historia del audiovisual en Baja California Sur es muy rica, y se remonta a principios del siglo XX, y si bien esta historia no está al alcance de todos, y es muy difícil tener acceso a este tipo de realizaciones, es gracias a algunos investigadores que nos damos cuenta lo mucho que impacta a toda persona que llega a dar a este lugar su belleza y contraste, y en consecuencia, querer inmortalizarlo en película, o ahora en digital.
Introduzco de esta manera el siguiente texto principalmente por dos razones, la primera es porque así como la historia del cine hecho en Baja California Sur es diversa, las formas en que esta tierra es retratada por los distintos realizadores que han optado por elegir este lugar, los son aún más. Y la segunda se debe a que me parece, bajo el dato de que la gran mayoría de trabajos realizados en Baja California Sur se han hecho en lo que va del siglo XXI, uno de los más importantes a mi parecer, tanto por la forma como por su fondo, es el muy interesante mediometraje documental Desierto indígena del artista plástico Elti Alejandro.
Si bien en más de un sentido se le podría definir como un road movie, me parece que el trabajo de Elti es mucho más que eso, y en consecuencia, es todas esas cosas que lo definen; o mejor dicho y en pocas palabras, su trabajo es la tesis final de lo que expone en sí. En este viaje que es muy libre y experimental, Elti explora el fenómeno de la inmigración en Baja California Sur en dos grupos no sólo interesantes en sí por la historia que tienen en esta tierra, sino también por la historia que vienen arrastrando desde su lugar de origen, Elti revisa de manera muy ágil y precisa la historia que los ha perseguido y marginado, si bien en el documental las razones por las que la gente se desplaza de su lugar de origen a Baja California Sur es por una oportunidad mejor de vida, muchas veces estos desplazamientos, lejos de sólo buscar aventura, se hacen para huir o salvar la vida, uno de los ejemplos más claros de nuestros tiempos es el del pueblo sirio.
Tanto los mixtecos oaxaqueños establecidos en el poblado Juan Domínguez Cota, como la comunidad Yaqui-Yoreme-Mestizo en Santa Rosalía, tuvieron que adaptarse en un principio a un nuevo lugar, quizá muy diferente al de su lugar de origen, sobrellevar en un principio el señalamiento o la discriminación, sobrevivir con la nostalgia del recuerdo, al menos las primeras generaciones de ellos, para transmitir a las nuevas generaciones la riqueza de su origen, y la larga y rica cultura ancestral que corre por sus venas y que se expresa en sus usos y costumbres, como lo son la música y la siembra para los oaxaqueños (esto ya lo habíamos visto y narrado por Sebastiao Salgado en La sal de la Tierra), y las festividades de la Semana Santa para los oriundos del estado de Sonora.
El trabajo de Elti se convierte en dualidad que comunica una sola cosa, es fondo y forma, así como expone y muestra. No es casualidad o coincidencia, la forma en que une a Beethoven, La llorona y Tchaikovsky, con los sonidos de los animales endémicos de nuestros mares, como los delfines, incluso mezclar sonidos cotidianos como lo es el del microondas, así como el efecto de quemar la imagen del cielo y la tierra de color rojo, para después refrescarla con un chapuzón en el mar. Ahí se nos presenta una vez más la dualidad siendo una.
Lo experimental en el trabajo de Elti es más palpable y visible en la forma en que utiliza varias técnicas para ir desarrollando el discurso de la obra. Recurre a material de archivo, a iconografía, a tomas en vertical y horizontal, tomas en tríptico, stopmotion con foto fija e hiper velocidad en la carretera, también recurre a la cartografía y al uso de vistas de satélite y de mapas, así como va dando definiciones del origen de las palabras que definen a las personas: identidad, extranjero, paisano, humano; lo que vemos de una manera cercana, directa y sencilla en la mezcla de imagen y sonido, las definiciones le dan notoriedad y universalidad, eso hace aún más rico e importante este documental.
Dentro de toda la experimentación me parece se asoma una referencia e influencia muy palpable en el trabajo de Elti, y esta se nota en las toma que hace en 360 grados alrededor de un mismo punto, y en la parte de los rostros de los santos. Por supuesto me refiero a La fórmula secreta de Rúben Gámez.
Las formas que nos dan identidad y que nos unen a culturas tan distintas, me parece son más parecidas de lo que pensamos, y eso el trabajo de Elti lo deja perfectamente plasmado, pues al final de cuentas el ser humano ha sido un ser nómada que se desplaza y viaja desde el inicio de los tiempo, y sin cuyas andanzas no se generarían tanto conocimiento e historias. Pero siempre, ya sea por largos o cortos plazos de tiempo, llega el asentamiento, el sedentarismo; llega el punto de hacer casa, y me parece, esa es la razón por la cual Elti llegó a este fondo en específico (la forma evidentemente se la podemos atribuir a la experimentación de un artista plástico nato como lo es él), puesto que si bien lleva casi toda su vida viviendo en Baja California Sur, el haber nacido en otro lugar, lo hace sentir esa dualidad que se puede ver de dos formas distintas: no ser de aquí ni de allá, o ser tanto de aquí como de allá, y quizá también esa es la razón por la cual yo encuentro a Desierto indígena, dentro de las muchas grandes virtudes que tiene el trabajo de Elti, como uno de los mejores registros audiovisuales de Baja California Sur y de la riqueza cultural con la que esta tierra se enriquece a través del fenómeno de la inmigración.