Recomendación fílmica: Esto no es Berlín
La película de Hari Sama (director, escritor, y el tío Esteban en la película) que según tendría tintes autobiográficos, se desarrolla durante el año de 1986 en la Ciudad de México y sigue en particular la historia de Carlos (o Charly) un joven estudiante de preparatoria que vive su vida como cualquier otro preparatoriano de la época, tirando golpes con la escuela rival, echando desmadre con los amigos, fumando en la casa de su mejor amigo Gera mientras escuchan música de rock y de post-punk. Pero su vida da una completa sacudida cuando la hermana de su mejor amigo, Rita, los invita al Aztec, como pago a un favor hecho por Charly a la banda en la que toca, y es en este lugar donde su naturaleza y su vida toma el rumbo de la experimentación, la mente abierta, rodeados de sexualidad, drogas, arte y todo aquello que marcó aquel año en México.
La propuesta de Hari Sama me parece muy buena en el aspecto narrativo y estético. Logra, a través del recurso de escenas cortas, rápidas y contundentes, poner en contexto al espectador y esto aligera mucho la trama; la historia como tal resulta por si sola atractiva, la manera en que Hari la narra no es en esta ocasión una propuesta tan arriesgada, y a veces llega a caer en lugares comunes, incluso por momentos parecería que decanta o pone ciertos límites marcados entre el lado bueno y el lado malo que Charly tiene, y porqué escoge uno sobre el otro; sin embargo, con el transcurrir de la película esto no llega a tener tanta influencia en la trama ni en la percepción del espectador.
Además, tenemos un discurso que de ninguna manera se siente manipulador, por eso uno agradece que no haya dejado nada a media escala, lo que muestra está bien mostrado, sin inhibición o censura alguna, pero tampoco se siente exhibicionista, todo lo que se ve tiene un porqué y funciona para narrar algo importante de la trama en la película. Hay varias situaciones y relaciones que se cuentan de manera muy efectiva en la vida de Charly: la relación con su madre depresiva y cómo la condición que ella padecía lo acerca a conocer ciertos medicamentos con los que los jóvenes en el Aztec se drogaban, el vínculo con su tío, con su hermano y con muchos de los miembros de aquel peculiar grupo de jóvenes libertinos que se movían entre poesía, cámaras Super-8, fotografía, y performance en contra del Mundial, el trato a la comunidad gay, la falta de apoyo y seriedad por parte de instituciones a un problema que ya en aquellos años empezaba a sonar alrededor del mundo: el SIDA.
Si bien no toca de manera muy profunda este tema, como lo hace la película francesa “120 latidos por minutos”, me agradó mucho más toda la propuesta de Hari sobre antes la mencionada. Sin duda, aunque no es muy novedosa la propuesta, o tan rimbombante, a pesar de lo fuerte de su trato, el filme puede considerarse como una de las mejores películas mexicanas del año pasado, si no me creen, chequen los elogios recibidos en Sundance, Málaga, Munich, Morelia, y véanlo por ustedes mismos en próximos días.