Recomendación fílmica: Ya no estoy aquí
¿Tiene alguna diferencia ver una película en su estreno a verla después de este? Yo creo que sí. Ahora: ¿tiene alguna diferencia ver una película cuando está en boca de todos y verla después? También.
De hace algunos años atrás a la fecha, cuando se trata de alguna película que se espera con muchas expectativas, o que se está comentando mucho sobre ella, tanto por gente especializada como de la opinión general; suelo poner distancia de tiempo apropiada para poder verla, además de eludir a cualquier clase de lectura sobre está. ¿La razón? Para poder verla sin ninguna predisposición ideológica por muy acertada o errónea que esta sea, así puedo expresar con la mayor objetividad posible lo que la obra cinematográfica me pareció en su contexto general. Y si bien, también se puede dar una lectura a raíz de los comentarios encontrados que se pueden dar de cierta películas de acuerdo a lo que sus espectadores aprecian en ella, como bien podría ser el caso de esta película; creo que hay una predisposición de mucha gente de inferir sus opiniones basadas en las opiniones generalizadas de personas más "influyentes" replicando palabras (lo cual no es mi caso), sin realmente poner atención en los diferentes temas que una obra puede estar poniendo en escena.
La propuesta de Fernando Frías de la Parra viene desde el minuto uno, y cabe además señalar que es muy arriesgada, no desde la parte estética que tiene, donde quizá sea la parte en que la mayoría de las audiencias la celebrará (y como no hacerlo, estamos ante uno de los trabajos mejores realizados por el muy destacado Damián García [ojo: que no se le confunda con el aún más talentoso Diego García], con una composición en cada uno de los encuadres y secuencias en la película por demás envidiables) sino por la parte narrativa. Entrelaza la temporalidad del tiempo de una manera lógica, si bien muchas películas juegan con estas concepciones del tiempo, y lo hacen para resaltar ciertos aspectos de la trama, la elocuencia atinada por parte de Frías es que no hay un marco que ancle la forma en que el tiempo se entrelaza, vemos en un principio de la película, luego de una despedida, que representa el fin de la vida que tenía Ulises en México, se nos muestra al personaje ya en Nueva York, viviendo y afrontando la "consecuencia" de sus "actos", los cuales aún son desconocidos para nosotros (y con nosotros, me refiero a los que no sabíamos nada de la película hasta verla. Por muy difícil que eso suene creíble, aún existen personas que vamos al cine a ver películas sin siquiera ver sus adelantos), acto seguido, con una secuencia por demás limpia, que de cierta manera nos recuerda a la brasileña Ciudad de dios, de Ulises yendo a la tienda por un refresco, en el cual se nos muestra en una escena previa, una fiesta en la que ya identificamos su entorno no solamente social, sino cultural, de ahí la película se nos va presentando, por sobre todas las cosas que representa en el plano general, la incipiente lucha de Ulises por conservar esa presencia cultural en su vida (que no es otra cosa que la defensa ideológica de un joven en desarrollo), contra las pericias de la herencia del entorno en que se vive, contra el racismo por parte de los "suyos" en un país extranjero, contra la nostalgia, y contra la opresión generada por un estado fallido.
Una de las dos cosas que llegué a leer sobre esta película en las redes sociales (Además de la muy comentada hecha por Guillermo del Toro, la segunda la mencionaré al final) fue el titular de una nota (no recuerdo de qué medio era) en la que se le comparaba con la producción norteamericana Sangre por sangre (Taylor Hackford, 1993), y aunque se pudiera entender el por qué se le puede tomar como referencia de una manera mediática, la única cosa que las une es en el sentido de la influencia de una manifestación creada en un país en base a un movimiento cultural iniciado en otro (como lo es la cumbia [Colombia-México] y los chicanos [México-E.U.]), pero en realidad no pasa de ahí la identificación de ambas, quien quiera unirlas en otros puntos, me parece no habría manera.
Hay escenas que podrían trastocar el reflejo de un mal que se muestra de manera muy fidedigna de lo que pasa en las calles de las partes más marginadas de las ciudades de nuestro país, ya estemos hablando de las grandes urbes (como es el caso de la película), o de pequeñas ciudades provincia. Podríamos partir desde la falta de espacios para los jóvenes para desarrollar sus inquietudes culturales, jóvenes que por este motivo tienen que buscar lugares recónditos donde son aún más vulnerables a males mayores, y con esto me refiero a la herencia de lo que la delincuencia y la corrupción en las fuerzas judiciales han ido dejando, prácticamente vemos en los Terkos la generación que hereda a un barrio ya con veneno. Hay una escena muy poderosa en la que Ulises platica con el pelón, en esta el pelón se sincera con él diciéndole que ojalá hubiera tenido un amigo como Ulises cuando era chico para que lo cuidara como él lo hace con sus terkos, acto seguido hablan sobre el hermano muerto de Ulises, por el que parece ser, le tienen estima y respeto. Pero vemos más adelante, en una secuencia que me parece sublime, y que se vuelve a repetir más delante en la película, no la escena en si, sino la manera en que narran a través de la oscuridad en el entorno (la segunda escena que menciono es la de Ulises perdiendo su identidad, la cual es muy parecida, por lo que representa y evoca, a la escena del chemo de un Miguel solitario de Te prometo anarquía), luego de que Ulises y dos de su pandilla son atracados por un joven que los amenaza por pedir dinero afuera de una escuela, llegan a su guarida y ya los esperan el pelón y su gente, y éste les dice que antes que ser terkos, son pelones. Vemos como sin siquiera tener alternativa de elegir, ya fueron absorbidos, sólo por el simple hecho de nacer en el lugar que nacieron, parte de este sistema que los vulnera. Y más delante, como se nos presenta en la película, estos jóvenes, que sólo buscaban la amistad y la convivencia a través del estilo de vida que habían elegido, la crisis dictada por un sistema fallido y la poca seguridad que se les brinda, en consecuencia les da tres destinos, ya sea que sean por elección, o porque las causalidades así lo dictan: la muerte, huir para salvar la vida, o hacerse parte de los contras, una lógica que está por demás representada en Naranja mecánica de Stanley Kubrick, donde los contras son tanto como las pandillas rivales (tal cual el caso de Sangre por sangre), como la policía.
La terquedad de Ulises radica en que siempre defiende su estilo de vida, le cuesta tener que dejar el lugar donde vive, dos veces; le cuenta tener que valerse por sí mismo en un lugar en el que la barrera lingüística quizá sea su menor problema (y en donde lo vemos caer en los vicios que dicta la vida solitaria de un inmigrante ilegal en Estados Unidos como lo son el alcoholismo y la drogadicción), le cuesta burlas de sus paisanos que lo discriminan por su aspecto y su color de piel (la escena de la fila del baño en la fiesta es un claro ejemplo), pero Ulises, aunque en cierto punto sabe que ya no puede ser el mismo chico que fue antes, en ese pasado que él ve con distancia lleno de cariño y nostalgia, no deja esa cultura que vive dentro de él, y esa es la síntesis al final de la película: una vez que lo regresan a Monterrey y mira la realidad que sus viejos amigos vivieron en su ausencia, va a la guarida, y al quitarse los audífonos que guardan esa cultura que él defendió con sacrificio, dejando su libertad de lado; escucha la cruda realidad del lugar donde vive.
El segundo comentario que leí fue una publicación que estuvo circulando mucho en Twitter, la cual es la siguiente:
Lo único que puedo decir al respecto, con palabras de Julio Cortázar además, es que seguramente esta opinión fue hecha por un fama, una persona cuyo único valor en la vida es medido en base a posesión, a cosas materiales, y no en cuestión de experiencia de vida. Además, creo que es muy simplista decir que no hay moraleja en esta película, quizá esta persona crea que películas como las comedias mexicanas si nos representan perfectamente, y sino, al menos será una persona muy privilegiada o muy joven, que no entiende el contexto social, a raíz de la mala política efectuada hace más de 8 años que azotó con una violencia desmedida a la mayoría de ciudades de nuestro país, sobretodo a las de la frontera del norte, que detonó en la extinción de varias libertades, de vivir sin miedo, de varios espacios culturales y formas de expresión entre los jóvenes como la Kolombia, hoy día prácticamente extinta. Y tocado el punto de Colombia, a muchos les hará mucho ruido la presencia de las figuras multiculturales con las que Ulises se encuentra en Nueva York, lo único que puedo comentar al respecto es que como pudieron haber sido esas las representaciones, pudieron haber sido otras, si esto estaban mirando mientras seguía la trama de la película, su visión estaba puesta en el sitio equivocado.