Recomendación literaria: CELEBRANDO EL DÍA DEL LIBRO
Dos crónicas
Reseña enviada por Leonardo Varela Cabral
Tengo en mi mesa dos libros: las Crónicas de la Compañía de Jesús en la Nueva España, editado por la Biblioteca del Estudiante de la UNAM, y California del Sur para principiantes, de Eligio Moisés Coronado, editado por el Archivo Histórico Pablo L. Martínez. Llego a una conclusión: conforme uno va envejeciendo, el pasado se vuelve más conflictivo, o dicho de otro modo, a la rebeldía juvenil contra el presente se suma cierta especie de inevitable inconformidad contra el pretérito; no que se disponga corregir lo ya ocurrido, sino que cada vez nos convencen menos las versiones largamente repetidas sobre lo que supuestamente ocurrió. O quizás es que entendemos que el presente no representa sino la suma de todos los pasados, a la cual el presente mismo bien rápido se suma, requiriendo, solicitando, tal vez incluso demandando rápida pero también juiciosa interpretación. ¿De otra manera cómo fijamos nuestra memoria: ese fetiche?
El primer libro lo compré porque deseaba enterarme por propia voz de los jesuitas acerca del inicio de su labor evangelizadora en nuestro país. Pero, para empezar: ¿era nuestro país ese que en el siglo XVI los recibió con espantosas epidemias, inundaciones, sequías, un orden social convulso, injusto y en muchos sentidos francamente extravagante, resultado del todavía muy mal avenido mestizaje de diferentes etnias, razas y nacionalidades, con un Estado entre medieval y renacentista donde la Iglesia con mayúsculas jugaba el ambiguo papel de verdugo de la inteligencia y defensora de los indios? Esa es una pregunta que surge al leer la selección de cronistas jesuitas realizada por nuestra máxima casa de estudios y nos invita a reflexionar sobre la gran incertidumbre y las pocas certezas sobre las cuales se finca nuestro siempre precario entendimiento de la historia.
Del otro libro, el de Moisés Coronado, donde se rescatan una cuarentena de textos breves acerca de episodios diversos e intensos de la historia reciente y antigua de la California, surgen también interesantes temas para analizar, debatir y polemizar. Uno de los principales es el que motiva en su título el uso del topónimo California del Sur en lugar del nombre oficial de nuestro estado, es decir Baja California Sur. ¿Por qué Moisés Coronado decide renombrar a nuestra matria? La argumentación es impecable: según el actual cronista de La Paz, tal como consta en todos los testimonios históricos, el nombre California se aplicó en sus orígenes a la península (al menos desde 1539, por parte del piloto y cronista español Francisco de Ulloa), y específicamente a esta porción donde se encuentra ubicada el puerto y bahía de La Paz. Sería en 1697, cuando Juan María de Salvatierra daría inicio a la ardua tarea misional, que expandió el nombre y territorio conquistados hacia sur y norte, partiendo del puerto de Loreto, donde se ubicaría la primera misión.
Desalojados los jesuitas en 1778, los franciscanos retomaron su tarea y continuaron fundando misiones hasta llegar a San Francisco, hoy en el estado norteamericano de California. Pero en esos devenires de la historia, el nombre se nos perdió o mejor dicho se fue diluyendo, al matizarse geográficamente, por necesidades administrativas y de gobierno; primero mediante la división entre una Alta y una Baja California, y luego, en estrecha relación con la pérdida de buena parte del territorio nacional durante el siglo XIX, la escisión del viejo territorio californiano en dos ámbitos nacionales distintos y por supuesto, por motivos emotivos o simplemente de carácter psicológicos, enfrentados: la California “gringa” contra la Baja California mexicana, de la cual a nuestro estado le tocó, por su juventud, el mayor correctivo lingüístico, al añadírsele no uno, sino dos adjetivos, que a juicio de Coronado (y no pocos bajacalifornianos del sur) falsean el origen histórico y la identidad colectiva. Sirvan estos dos temas como invitación a la lectura de ambos libros, así como impulso para cuestionar a nuestra historia, preguntándole cuándo, cómo y sobre todo por qué somos, y encima o antes de lo anterior: ¿quiénes somos?