Recomendación literaria: TENESÍ RÍVER de Raúl Carrillo Arciniega
Toda lectura es un viaje; es como la caricia del amante, una aproximación a otra piel, a otra sensación de instante. Siempre estamos frente a otro, quizá anteponiendo los prejuicios, quizá develando entrañables personajes. Siempre somos un río. Es decir, el otro, como hizo decir Borges a Heráclito en la banca de un parque.
Cuando Raúl me invitó a leer y comentar entre amigos Tenesí Ríver, me pregunté a dónde me llevaría; después de tantos días de estar inmersa en mis páginas de diario, mis conflictos existenciales, mis conjeturas literarias (por si alguien se identifica); de pronto estaba río arriba.
Desde la primera página Santiago Silva despliega sin rodeos su condición. De pronto aparecí en un lugar del que nunca había oído hablar, en los remotos confines de esa tierra mal llamada la “América profunda, por tramontanos y vendedores de Biblias. Pude imaginar la estricta geografía, la rígida moral, la música country, y los muy evidentes conflictos de identidad de choyero en tierras salvajes. Así, con giros dramáticos, los monólogos del protagonista nos van situando frente a múltiples personajes, diversas jaulas del lenguaje, temas que más de una vez me invitaron a reflexionar. Santiago Silva nos cuenta de su vida a través de sus encuentros con los otros, de lo que él puede leer y contar que son; también nos habla de sus propios otros, atrapados en puntos distintos del tiempo; nos comparte de su melancolía, de su incomprensión, de sus manías; espejea con los personajes, mientras que de este lado de la “realidad” no puedes evitar autoexaminarte. Escribí giros dramáticos, pero bien podrían ser convulsiones.
Esta novela es un afluente imparable, como el río que la apadrina. Cada capítulo es una cavilación con sabor a péndulo. Santiago contagia con pericia sus malestares espirituales. Invita a cuestionarnos sobre nuestra propia percepción de la propia cultura; digamos que nos hace detenernos y preguntarnos por esto de lo que estamos constituidas las personas: gestos e idioma. Te hace preguntarte quién eres dentro de ese crisol de personajes que habitan el mundo en que creciste.
Nos muestra, desde una mirada que también es un tanto sudcaliforniana, la vida de otras personas, de una mujer adventista, una poblana insoportable, un hombre que afirmaba que Jesús es sólo mitología, una china o coreana con cara de secreto sadismo; nos devela, acompañado de crítica, prejuicios y estereotipos, cosas sobre su esposa, su madre, su padre, su suegro…de él mismo. Es reflejo, existencial y cultural, incluso diría que es un metareflejo. Como un juego de espejos. En esta novela, en estas historias que no se contienen en ella, fluyen temas como la interculturación, la mexicanidad, la discriminación, el racismo, la intolerancia, la identidad, el amor, el sexo, el erotismo, la violencia de género, la muerte, la realidad, la televisión, los ataques terroristas, el terremoto del 85. Tenesí Ríver nos habla de la vida. Nos cuenta, nos cuestiona, sobre lo que nos hace modelar nuestra vida; lo que nos otorga la geografía. Nos cuestiona sobre lo que somos frente a las otras personas. Frente a nuestra consciencia de espiral misma.
Santiago Silva es un mexicano que tiene consciencia de sí, que de alguna forma pretende conquistar a su país, y que de pronto se encuentra sujeto a una mirada ajena, con sus universos en fragmentos, el interno y el externo; es un mexicano que ya ni sabe si es mexicano, qué es ser mexicano.
Esta escritura, fabrica sus propios, reflexiona sobre la lengua; se erige como personaje, uno que piensa sobre sí, que se piensa a sí mismo; incluso en la escritura misma y sus procesos creativos. Esta novela es hija del mar de Cortés y de un río, pero tiene una lejana resonancia al tío William Faulkner.
Esta obra nos invita a preguntarnos, como humanidad, en tiempos en los que parece reina la intolerancia u odio hacia lo diferente, ¿qué idioma habla Dios? ¿En qué Babel nos convertimos? ¿Cuándo empezamos a odiar lo diferente? ¿Cuándo nos propusimos destruirlo?
Tenesí Ríver es una novela cuyo propósito parece ser arrojarnos río abajo.
¿En qué punto, de qué tierra, nos quedamos después de esta lectura?
¿Podríamos comunicárnoslo, realmente, aunque así lo quisiéramos?
Quizá aquel otro río, en el que nunca nos reflejamos dos veces, pueda respondernos.