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Revista Tamma Dalama: DUELO INFANTIL: MUERTE DE PADRES EN NIÑOS DE 4-7 AÑOS

Escrito por Tamma Dalama, Universidad Mundial. en Lunes, 30 Julio 2018. Publicado en Revista Tamma dalama, Revista Universitaria Tamma Dalama, Tamma dalama, Tamma dalama, Universidad Mundial, Universidad Mundial, Universidad Mundial BCS, Universidades en BCS

Duelo infantil: muerte de padres en niños de 4-7 años

MOURNING IN CHILDREN: DEATH OF PARENTS IN CHILDREN OF 4-7 YEARS OLD 

Segura Cárdenas, Teresa; Aguilar Álvarez, Karla Daniela; Sañudo Luna, Celeste Marte* y Dulce Anyra Cota Salazar.**

 

Resumen

El duelo en los niños, presenta rasgos peculiares determinados por las características propias de la infancia, en este artículo se analizan someramente los efectos de la muerte de los padres en la vida del niño (4 – 7 años de edad) en los que se demuestra una expresión diferenciada en dependencia de la etapa de desarrollo en la que el menor se encuentre. Se encontró que entre los principales problemas a corto plazo la literatura señala síntomas emocionales depresivos, alteraciones de conducta y problemas en el aprendizaje y rendimiento escolar.

Palabras clave: niños, duelo, fallecimiento padres

Abstract

Mourning in children presents peculiar features determined by the characteristics of childhood, in this article we briefly analyze the effects of the death of parents in the child's life (4 – 7 years old) in which a differentiated expression is demonstrated depending on stage of development in which the child is. It was found that among the main short-term problems the literature points out depressive emotional symptoms, behavioral disorders and problems in learning and school performance.

Keywords: children, mourning, grief, death parents

 

“Cuando ayudamos a nuestros hijos a curarse del dolor que produce la herida emocional más profunda de todas -la muerte de un ser querido-, los estamos dotando de unas capacidades y una comprensión importantes, que le servirán para el resto de sus vidas” (Kroen, 2006: p 2).

La muerte es un hecho biológico del que los seres humanos tenemos experiencia a lo largo de la vida, pero en cuyo afrontamiento se han observado numerosas diferencias individuales. El duelo se conceptualiza como el conjunto de procesos psicosociales que se produce tras la muerte, sobre todo de personas con las que se está vinculado desde el punto de vista afectivo, y que incluye cambios principalmente emocionales con manifestaciones de frustración y dolor por la pérdida afectiva, junto con tristeza, aflicción, angustia, desesperanza, etc. (Acosta, 2016: p 15).

Para Lacasta (2004; en Ordoñez, 2013), el duelo es uno de los acontecimientos más estresantes en la vida de una persona y cada individuo necesita un tiempo variable para la recuperación. Cuando no se tienen los recursos suficientes para afrontar la pérdida, se entra en el terreno del “duelo complicado” y se necesita una atención psicológica especializada. Un caso especial de riesgo para un duelo complicado es el de los niños y adolescentes que pierden al padre o a la madre (p 121).

El duelo en los niños de 4 a 7 años, presenta rasgos peculiares determinados por las características propias de su edad: se trata de una etapa en la que el carácter y los recursos personales del individuo están en proceso de desarrollo y existe, por lo tanto, una gran dependencia del adulto para afrontar y resolver las situaciones problemáticas. En consecuencia, la reacción de este niño frente a la pérdida, es decir, el duelo, dependerá también de circunstancias externas y en especial de la situación y actitud de los adultos que rodean al niño. (Kroen, 2006: p 62)

En este sentido, Barrera (2001; en Ledesma, 2012: 60) precisa que la mayoría de los niños tiene poca o ninguna experiencia con la muerte, y que esta experiencia y las creencias religiosas influyen en su capacidad para comprenderla. (p 14); además, la edad en la que se puede empezar a hablar de duelo suscita muchas controversias entre los distintos autores, desde los que niegan su existencia antes de la adolescencia (una minoría) hasta los que observan manifestaciones de duelo a partir de los seis meses de vida, sin embargo, a partir de esta edad puede decirse que el niño experimenta la angustia de la separación cuando la madre está ausente. (Ordoñez, 2013: p 125)

Investigaciones en torno a los efectos de la separación o muerte de personas significativas en la vida del niño han mostrado que estos eventos se interpretan en forma diferente dependiendo de la etapa de desarrollo en la que el menor se encuentre (Harris, 1989; Bowlby, 1986; Perry, 1998; Giacchi, 2000; Webb, 2002; en Ledesma, 2012: 58).

Kroocher (1973; en Ledesma, 2012: 60) concluyó que entre los 4 y los 7 años los niños atribuyen funciones de la vida a la definición de muerte y confunden lo inanimado con lo muerto -ambos se conciben como diferentes a la vida-; tienden a personificar la muerte como un "espíritu", "esqueleto" o "fantasma"; su pensamiento se caracteriza por ser mágico y egocentrista -la idea de que sus pensamientos se convierten en hechos y, por tanto, éstos ocasionan la muerte-, e intentan entender ésta en términos de qué "hace la gente muerta", o qué debe sentirse para estar muerto.

Es decir, en esta edad, la muerte sigue siendo un hecho temporal y reversible, y los muertos tendrían sentimientos y funciones biológicas, por eso pueden preguntar cómo come el fallecido o si va al cuarto de baño, y hasta puede llegar a creer que un mal pensamiento de ellos causó esa muerte (Ordoñez Gallego, 2013: 122).

A los niños generalmente se les aparta de la situación por intentar protegerlos del hecho doloroso, pero al contrario de esta idea, hoy en día se sabe que el niño requiere que el hecho de la muerte le sea explicado abierta y claramente, siempre con un lenguaje adecuado y comprensible, entendiendo que la capacidad para afrontar y expresar el duelo dependerán del grado de desarrollo cognitivo y emocional que alcancen, lo que se ha vinculado inicialmente con la edad (Mazaira y Gago, 2009; en Acosta, 2016: 92). Así como con aspectos socioculturales y del ambiente familiar (Becvar, 2001; en Ledesma, 2012:60).

Por su parte Worden (2004; en Acosta, 2016), plantea que para trabajar con este grupo de edad en el proceso de duelo, no se debe entender como un periodo con diferentes etapas que habría que atravesar, sino como un cumplimiento de cuatro tareas: 1. Aceptar la realidad de la pérdida, 2. Trabajar las emociones y el dolor de la pérdida, 3. Adaptarse a un medio en el que el fallecido está ausente, 4. Recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo. (p. 19)

Ahora bien, la aparición de alteraciones psicológicas precoces en los niños en este rango de edad, siguiendo al fallecimiento de alguno de sus padres es muy frecuente, y entre estos problemas a corto plazo se han señalado en la literatura síntomas emocionales, tanto depresivos (llanto, tristeza, trastornos del sueño) como ansiosos (miedos, ansiedad de separación), alteraciones de conducta (inquietud, agresividad), problemas en el aprendizaje y rendimiento escolar, trastornos de eliminación y síntomas somáticos (Mazaira y Gago, 2009; en Acosta, 2016: 103).

Conclusiones

Es importante ser consciente de la imposibilidad de evitar el dolor de un niño ante la muerte de un ser querido, ante esto, podemos ayudarle a vivir el duelo de una manera más sana. Para cualquier persona la pérdida de un ser querido es ya de por sí una situación compleja, para los niños puede serlo aún más.

La forma en que se expresa el proceso de duelo en los niños de 4 a 7 de edad, a causa del fallecimiento de sus padres, es un tema muy importante y cada vez más estudiado, pero son muy escasos todavía los estudios rigurosos y bien diseñados, sobre el tema, principalmente entre los periodos de la infancia y cómo influye en el niño este tipo de eventos.

El duelo es un proceso que todo ser humano es capaz de enfrentar, incluso los niños desde edades muy tempranas. Sin embargo, esta situación en la infancia deberá abordarse desde la especificidad que supone el desarrollo cognitivo y emocional asociado a cada etapa evolutiva, ya que su resolución inadecuada puede afectar hasta la vida adulta.

Para el tratamiento del duelo infantil es importante facilitar toda la información que necesite el niño sin mentirle, así como ayudarle a expresar sus emociones y a mantener sus normales relaciones sociales. La intervención terapéutica puede ser a nivel individual o en grupos de duelo.

Bibliografía

Acosta Vicente, Isabel María (2016), “Duelo infantil por la muerte del progenitor y trabajo social, Una perspectiva evolutiva”, Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación. Universidad de Granada, 2016

Kroen, William (2006), Cómo ayudar a los niños a afrontar la pérdida de un ser querido. Ed. Paidos: Barcelona.

 

 

 

Ledesma García, Rosa Isabel; Mellado Cabrera, Adrián y Lilia Santillán Torres (2012).  “Pérdida y duelo infantil: una visión constructivista narrativa”, Alternativa Psicológica, Vol.15, Núm. 23, pp 58-67.

Ordoñez Gallego, Amalio (2013). “El duelo en los niños (la pérdida del padre/madre)”, Psicóloga Clínica, Hospital Universitario La Paz. Madrid.



*Mexicanas, estudiantes del Doctorado en Evaluación y Psicoterapia Infantil del Instituto Humanista Sinaloense, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. .

**Mexicana, docente del Doctorado en Evaluación y Psicoterapia Infantil del Instituto Humanista Sinaloense.

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