Revista Tamma Dalama: IMPACTO DE LA ADOPCIÓN EN EL ADOLESCENTE, escrito por Verónica Cruz Carrillo, Dulce Anyra Cota Salazar
Verónica Cruz Carrillo
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México. Licenciada en Nutrición alumna de la Maestría en Terapia Familiar y de Pareja de la Universidad Mundial.
Dulce Anyra Cota Salazar
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México. Maestra en Psicoterapia. Docente titular de la materia Teoría de Desarrollo del Infante en la Maestría en Terapia Familiar y de la Pareja de la Universidad Mundial
RESUMEN
La adopción se concibe como una medida de protección para niños y adolescentes que se encuentran privados de un medio familiar. La integración del adolescente a la nueva familia, conlleva una suma de esfuerzos tanto de los nuevos padres como del adoptado, por lo que es responsabilidad de los padres generar un ambiente de estabilidad y de confianza para mejorar la adaptación del adoptado al ambiente familiar. Una de las mayores preocupaciones de los padres es la adaptación de los hijos al nuevo núcleo familiar sobre todo cuando se encuentra en edades más grandes como la adolescencia. La adolescencia es un largo periodo de reorganización física y psíquica. El adolescente adoptado pasa por la misma crisis de identidad y los mismos sentimientos de todo adolescente, sin embargo, a esto se le suman las experiencias en relación a su adopción y su origen. Es importante tener en cuenta que, aunque el hecho de ser adoptado, puede influir, al llegar a la adolescencia, los hijos adoptados y no adoptados tienen mayor deseo de autonomía e independencia; por lo que los conflictos y diferencias pueden ser manifiesto de la adaptación del adolescente a la etapa de la vida en relación con sus padres. En un estudio comparativo, se examinaron los problemas de conducta, así como los contactos con instituciones o profesionales de salud mental en niños y adolescentes no adoptados, adoptados y en casas temporales o instituciones gubernamentales, los resultados más representativos arrojaron que no existe una diferencia significativa entre los tres grupos.
1. GENERALIDADES SOBRE LA ADOPCIÓN: ACLARANDO CONCEPTOS.
En el contexto internacional la adopción se concibe como una medida de protección para los niños y adolescentes que se encuentran privados de un medio familiar (Cárdenas, 2010: 7). El término adopción, conlleva una gran complejidad, y se entiende como “el proceso
por el que uno o dos adultos convierten legalmente en hijo a un menor del que no son progenitores, esta filiación por vía adoptiva genera en los padres las mismas obligaciones que tienen cualquier padre o madre respecto a un hijo biológico” (Alguacil y Pañellas, 2015: 12-13). Teniendo ésta, como principal objetivo, velar por los intereses del niño o adolescente, así como su derecho a vivir y desarrollarse en el seno familiar, el cual debe proveerle de afecto y cuidado para satisfacer sus necesidades al no poder ser proporcionadas por su familia de origen (Espinoza, Yuraszeck y Salas, 2004: 13-21).
2. INTEGRACIÓN AL NUEVO HOGAR
La integración del niño a una nueva familia conlleva una suma de esfuerzos tanto de los padres como del niño, es responsabilidad de los padres generar un ambiente de estabilidad y de confianza para mejorar la adaptación del niño al ambiente familiar. En un estudio comparativo, se examinaron los problemas de conducta, así como los contactos con instituciones o profesionales de salud mental en niños y adolescentes no adoptados, adoptados y en casas temporales o instituciones gubernamentales, los resultados más representativos arrojaron que no existe una diferencia significativa entre los tres grupos,1 se concluye que este tipo de problemas no se presentan con tanta frecuencia; además de que las familias que adoptan tienen un mayor conocimiento de las necesidades psicológicas del niño adoptado por lo que es más común que busquen este tipo de ayuda. (Brand y Brinich, 1999).
En este sentido, es importante tener en cuenta que, aunque el hecho de ser adoptado, puede influir, al llegar a la adolescencia, los hijos adoptados y no adoptados tienen mayor deseo de autonomía e independencia; por lo que los conflictos y diferencias pueden ser manifiesto de la adaptación del adolescente a la etapa de la vida en relación con sus padres. Por lo que aprender, lo antes posible, formas adecuadas de afrontar y resolver los conflictos se vuelve imprescindible para mejorar la integración, promoviendo así el uso del dialogo, la tolerancia y la búsqueda de soluciones consensuadas con sus hijos (Bernedo, Fuentes y Fernández, 2005).
Una de las mayores preocupaciones de los padres, es la adaptación de los hijos al núcleo familiar, sobre todo cuando el adoptado es un niño en edades escolares o en la adolescencia; durante este periodo, al igual que la mayoría de los adolescentes, se lucha por la propia identidad, por lo que es probable que se cuestione la situación de ser el hijo adoptivo; aquí es muy importante que los padres apoyen a su hijo, con la finalidad de reforzar el vínculo afectivo (Espinoza, Yuraszeck y Salas, 2004).
Con respecto a lo anterior, la Universidad de Málaga realizó un estudio con adolescentes, donde aplicó un cuestionario para medir el grado de conflicto familiar entre padres y
adolescentes, de manera por demás interesante, los resultados demostraron que los padres y madres adoptivas manifestaron menos conflictos que los no adoptivos, además, los adolescentes adoptados percibieron menos conflicto con sus padres que los adolescentes no adoptados, esto puede deberse a que la familias adoptivas pudieran ser valoradas de forma más positiva en cuanto a afecto y comunicación o bien que al conocer las familias el proceso de institucionalización por el que pasó su hijo anteriormente se realice mayor esfuerzo para evitar conflictos con sus hijos (Bernedo, Fuentes y Fernández, 2005).
3. EL ADOLESCENTE Y LA CONSTRUCCIÓN DE SU IDENTIDAD
La adolescencia es un largo periodo de reorganización física y psíquica, de grandes cambios corporales y emocionales, los cuales culminan en la formación de una identidad adulta, después de un laborioso proceso de definición (Mirabent, 2014: 1). La búsqueda de la identidad (según Erikson, una concepción coherente del yo formada por metas, valores y creencias con los que la persona se compromete de manera firme) se enfoca durante los años adolescentes, ya que el desarrollo cognitivo de los adolescentes ahora les permite construir un concepto sobre sí mismo, esforzándose por darle sentido a lo que son y que se construye sobre las bases de los logros conseguidos en etapas anteriores (la confianza, la autonomía, la iniciativa y la industria) y que coloca los cimientos para enfrentarse a los retos de la vida adulta (Papalia, Wendkos y Duskin, 2009: 515).
Por esto, todas aquellas experiencias que se vivieron a lo largo de la infancia, son esenciales, por lo que la calidad y los vínculos afectivos que se han creado con los padres, la calidad de la crianza, cómo se han atendido y entendido las necesidades del niño, van a proporcionar una base más o menos sólida con las que afrontar el paso por la adolescencia (Mirabent, 2014: 2). En este orden de ideas, es necesario tener en cuenta que la identidad de todo adolescente se forma a medida que resuelve tres cuestiones principales: la elección de una ocupación, la adopción de los valores con los que vivirán y el desarrollo de una identidad sexual satisfactoria, por lo que es indispensable que el joven encuentre formas constructivas de utilizar las habilidades que le permitirán ser parte de la cultura (Papalia, Wendkos y Duskin, 2009: 515).
El adolescente adoptado pasa por la misma crisis de identidad antes mencionada, así como los mismos sentimientos de todo adolescente, sin embargo, a esto se le suman las experiencias en relación a su adopción y su origen. Si se tiene en cuenta la importancia de los primeros vínculos y la atención a las necesidades en la infancia como factores que influyen en el buen desarrollo de la adolescencia, podemos entender la vulnerabilidad y complejidad del adolescente adoptado, ya que ha pasado por diferentes circunstancias previas a la adopción. La capacidad de comprensión y reparación de estos daños que
tengan los padres adoptivos a lo largo de la evolución de su hijo, será crucial para que el adolescente construya una base emocional más sólida y con mayores recursos (Mirabent, 2014: 2).
Si el adolescente logra resolver esta crisis de identidad de manera satisfactoria será capaz de desarrollar la fidelidad, que es la lealtad sostenida, esperanza o una sensación de pertenecer a una persona amada o a los amigos y compañeros (Papalia, Wendkos y Duskin, 2009: 516). Así, al pasar por esta etapa, sin quiebres o conductas de riesgo, la adolescencia puede ser una oportunidad para resolver conflictos y carencias anteriores a su adopción. En esta etapa, el adolescente va a poner en primer plano los interrogantes acerca de su identidad, pasando por conflictos acerca de su origen (Mirabent, 2014: 2). El adolescente adoptado, deberá lograr pasar por la propia comprensión y aceptación de la propia historia, asumir su diferencia, superar el duelo por su familia biológica y confiar en su nueva familia, todo esto como tareas propias para superar la adolescencia en relación con la adopción (Rosser, 2013: 6).
4. EL IMPACTO DE LA ADOPCIÓN EN LA VIDA
La autoestima, es uno de los aspectos fundamentales que generalmente acompaña a los asuntos de identidad, se habla de diversos estudios que han encontrado que este aspecto, los resultados reflejan el bajo auto concepto que tiene el adoptado sobre sí mismo, ya que pueden verse como diferentes, fuera de lugar o sentir rechazo de cierta manera, y por otro lado, un factor importante que puede perjudicar la autoestima es el secretismo que pueden llegar a establecer algunas familias en cuanto a su adopción (Child Welfare Information Gateway, 2013: 3-4). Se han realizado diversos estudios comparativos para medir las influencias ambientales así como los posibles problemas de un adolescente adoptado, sin embargo, estos estudios no han sido congruentes o muestran niveles muy parecidos a adolescentes no adoptados (Child Welfare Information Gateway, 2013: 5-6; Borders, Penny y Portnoy, 2000).
En otro estudio de la Universidad de Minnesota, se evaluó la conducta antisocial en adolescentes adoptados y no adoptados, considerando conducta antisocial como agresividad hacia personas y animales, hurto, engaño, destrucción de la propiedad y seria violación de las reglas; en las variables se incluyeron la relación con los padres, la relación con los amigos y las características de estos (mala influencia, consumo de sustancias), características de los padres y comunicación, maltrato temprano, raza, género y edad; los resultados de este estudio, mostraron que la adopción no se vincula con la conducta antisocial, sino que son otras las circunstancias que influyen para el desarrollo de éstas, como son: el bajo monitoreo parental, la inadecuada supervisión de los padres (como un alto predisponente de conducta antisocial), la incapacidad de establecer límites
consistentes para el niño acompañado de la constante expresión de emociones negativas y la falta de calidez entre los padres (Grotevant et al., 2008).
Al respecto es importante resaltar que los investigadores recomiendan que para superar cualquier resultado poco favorable, fruto de la adopción, se pueden llevar a cabo estrategias para ayudar a manejar estos y otros asuntos como los grupos de apoyo, terapia psicológica y la educación o conocimiento sobre el proceso de adopción e historias similares a las del adoptado (Child Welfare Information Gateway, 2013: 9). En cuanto a la satisfacción parental ante la adopción, se encontró en otro estudio llevado a cabo con 56 chicos de entre 11 y 18 años, que el 84% de los padres se dice satisfecho con la relación con sus hijos y se considera feliz, el otro 16% se consideró feliz con su vida actual y estar algo satisfechos; ninguna familia refirió sentirse insatisfecha con la relación actual con su hijo; otro hallazgo en cuanto a la relación de los padres con sus hijos adoptivos fue que la variable de expresión de afecto y comunicación fue alta, contrario a la variable de crítica y rechazo, siendo esta muy baja. En cuanto a la forma de poner las normas, prioritariamente fue de forma inductiva, seguida de forma rígida y por último la forma indulgente fue la forma menos utilizada. Con esto, se puede llegar a las siguientes conclusiones: las familias adoptivas no son más permisivas que las no adoptivas, las peculiaridades que envuelven a estas familias van a favorecer la adaptación del adolescente adoptado, ya que las prácticas que se consideran como riesgosas o que motivan al fracaso de la adopción se encuentran principalmente el uso y abuso de castigos físicos y amenazas verbales, el actuar con demasiada indulgencia, así como la inflexibilidad y la rigidez en el cumplimiento de las normas (Fernández M., Fuentes y Fernández B., 2012).
5. LA APERTURA EN EL CONOCIMIENTO Y LA BÚSQUEDA DE INFORMACIÓN SOBRE LA ADOPCIÓN
Un punto importante, que se ha tomado como variable en diversas investigaciones científicas, es la apertura del conocimiento sobre la familia biológica ante el adoptado. Incluso, cada vez hay un mayor número de adopciones en comunicación con los familiares biológicos, por ejemplo, en una encuesta realizada en 2012 en agencias de adopción de bebés, se informó que sólo el 5% de las adopciones en los últimos dos años han sido confidenciales, concluyendo de esa manera, que el número de adopciones abiertas va en crecimiento (Siegel y Livingston, 2012: 22-23).
Existen diversas razones por las cuales el adolescente adoptado o bien, el adulto, puede llegar a la conclusión de buscar información sobre su familia bioló- gica, estos son: el deseo de comunicarse con ellos, el desarrollo de su identidad, o bien la obtención de información médica o genética relevante (generalmente en los adultos adoptados que van a contraer matrimonio o que esperan tener hijos). Cabe destacar que raramente, el
adoptado busca a su familia biológica a causa de conflictos o relaciones negativas con la familia adoptiva, además una gran parte de los adultos que han sido adoptados buscan información que les ayude a contactar con sus familiares biológicos, por lo que las familias adoptivas deben de sensibilizarse acerca del tema y procurar una mayor apertura, ya que, la persona adoptada se ve beneficiada ante el contacto con sus familiares biológicos y no al contrario, gracias a que el vínculo con sus padres adoptivos se ve reforzado y beneficia el establecimiento de la propia identidad (Child Welfare Information Gateway, 2013: 7-9).
CONCLUSIONES
La adopción en adolescentes es un proceso complejo, ya que aunado a los cambios y necesidades de la adolescencia por sí misma, se incluye el proceso de adopción. Es importante que los padres adoptivos, perciban la adolescencia como tal para poder diferenciar entre los cambios naturales y la adaptación a la nueva familia en su hijo. Además, de acuerdo a las investigaciones a las que se hizo mención en la investigación, se concluyó que la adopción por sí misma no es un predisponente para el contacto con instituciones de salud o para problemas de conducta en el adolescente adoptado. Por otro lado, una adopción exitosa está supeditada a factores como la calidez en el hogar, la imposición de normas, la comunicación asertiva y la vigilancia del niño y adolescente adoptado en las diferentes áreas de contacto.
Finalmente, la adopción es compleja y son necesarios varios factores para el éxito de esta, sin embargo, la mayoría de las familias que se estudiaron, han referido altos niveles de satisfacción con sus hijos, por lo que aunque el proceso parezca difícil, con los cuidados adecuados y la correcta expresión de afecto, se puede lograr una adopción plena y feliz tanto para el adolescente adoptado como para los padres.
NOTAS
1. La no existencia de diferencia significativa se lograr al retirar del total de la muestra casos puntuales que elevaban las estadísticas significativamente, esto es importante, ya que otros estudios arrojan información acerca de los problemas de comportamiento o la incidencia en tratamiento psicológico en esta población de niños y adolescentes que pueden enfocar se ante estos problemas, cuando muchas veces sólo son casos puntuales que, como ya se mencionaba, al ser retirados de la muestra se puede concluir que no existe dicha diferencia.
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