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Revista Tamma Dalama: LIDERAZGO DEL ESTADO Y LIDERAZGO DE LAS PERSONAS ¿DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA? CHILE Y ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA, escrito por Julio Fiol Zúñiga

Escrito por Tamma Dalama, Universidad Mundial. en Jueves, 08 Noviembre 2018. Publicado en Liderazgo, Revista Tamma dalama, Revista Universitaria Tamma Dalama, Tamma dalama, Tamma dalama, Universidad Mundial, Universidad Mundial, Universidad Mundial BCS, Vinculación Universidad Mundial

 

Julio Fiol Zúñiga

Cónsul General de Chile en Nueva York

Artículo Presentado en el XV Simposium Mundial de Liderazgo

 

Introducción

El diccionario de la Real Academia Española señala que liderazgo o liderato es el ejercicio de la condición de líder y que líder – palabra de origen inglés para designar a un guía – significa “la persona a la que un grupo sigue, reconociéndole como jefe u orientadora”. La primera premisa es entonces que para que exista un líder debe existir un grupo humano que requiera ser guiado, ya sea, para enfrentar a un enemigo o a alguna dificultad de dimensiones considerables, o para atravesar un territorio desconocido. La segunda condición es que exista una persona que sea capaz de llevar a sus dirigidos por la senda que estos identifican como la correcta.

Ahora bien, a través de la historia han existido múltiples líderes, pero el fundamento de su liderazgo ha sido diferente. En la época del imperio romano, la fuerza física y la dominación psicológica - aunque esta última pacífica y permitiendo que los pueblos subyugados mantuvieran sus tradiciones e idiomas – servía de razón de ser al poder que ejercían los Emperadores. Incluso esa dominación comprendía el aspecto físico de las relaciones interpersonales al punto que la homosexualidad que practicaban era una precisamente una forma de demostrar su liderazgo al resto de su comunidad.

Es más, el Emperador en Roma permanecía en su poder mientras era capaz de controlar, precisamente por la fuerza, todas aquellas manifestaciones y conspiraciones que se organizaban con el objetivo de destronarlo. En el Medioevo – periodo en el cual en Europa central la Iglesia ocupó el vacío de poder generado por el traslado del imperio romano a oriente – es impactante constatar cómo el poder era ejercido a través del miedo que se infundía a las personas, circunstancia que motivaba a los feligreses a efectuar cuantiosas donaciones con el fin de asegurar su camino al paraíso eterno.

Por contraste, durante el periodo de la ilustración, se vio como la fuerza de la razón se imponía como piedra angular del orden terrenal. Sus pensadores sostenían que la razón podía combatir la ignorancia, las supersticiones y la tiranía en la esperanza de construir un mundo mejor. Asimismo, es interesante constatar que la Revolución Francesa vino a poner término al absolutismo monárquico, para dar lugar a la burguesía y las masas populares como líderes del poder político. Adentrados ya en el siglo XX, nos encontramos con un periodo de desorden y anarquía consecuencia de la primera conflagración mundial y así tenemos a los países europeos en una búsqueda frenética de estabilidad económica pero también animada por reivindicaciones territoriales.

Italia, que considera atropellada su dignidad al haber conformado parte de la coalición vencedora en 1919 y no obstante ello haber perdido territorio – lo que los autores definen como “la victoria mutilada” – está además sumida en un caos social. Un humilde profesor primario - cuyo padre había sido dirigente socialista y gran admirador de Benito Juárez – irrumpe en la escena política y logra que el Rey Vittorio Emanuelle III lo designe como Primer Ministro de Italia en diciembre de 1922. En ese contexto, más allá de la simpatía o antipatía que pueda despertar Benito Mussolini, es interesante observar, no obstante el tiempo transcurrido, las reacciones diversas que provoca en la actualidad en la población italiana su gobierno que duró 23 años.

Es innegable que hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial, Benito Mussolini ejerce el liderazgo de Italia con el consentimiento de la mayor parte de su nación. Múltiples obras de adelanto, como el secado de los pantanos aledaños a Roma hacia el sur que constituyen la zona agrícola que alimenta a dicha ciudad, la reforma previsional y de salud, la creación de la Villa Olímpica y la promoción del deporte en general en la península itálica, constituyen hitos concretos de su gobierno. Sin embargo, su participación en la Segunda Guerra Mundial - provocada directamente por la presión del gobierno alemán – significa perder el apoyo de la monarquía y del pueblo para terminar siendo ajusticiado en la calle por los ‘partigiani’ el 28 de abril de 1945 en la vecindad del Lago Como.

Nadie puede discutir el liderazgo político que Benito Mussolini ejerció en el periodo 1922-1939 en su país, como tampoco nadie duda que su accionar a partir del ingreso de Italia a la Segunda Guerra Mundial y hasta su muerte, es absolutamente reprochable. ¿Pero cuáles son los elementos que configuran ese liderazgo? En primer término, la situación caótica que vivía Italia después de la Primera Guerra Mundial. En segundo lugar, la atomización político partidista imperante y, por último, la personalidad exuberante de Benito Mussolini que atrajo a las multitudes y que hace que todavía su gobierno sea considerado positivamente por las generaciones mayores de edad, beneficiarias directas de sus medidas de adelanto y progreso social.

Similar y distinta a la vez era la situación de Alemania en esa misma época. Un país devastado anímicamente por las pérdidas territoriales ocasionadas por la Primera Guerra Mundial; amenazado financieramente por las restituciones o compensaciones de guerra, que la verdad sea dicha nunca pago totalmente y una inflación desatada constituyeron el sustrato ideal para que un ciudadano de origen austriaco asumiera la primera magistratura. Nuevamente, en este caso confluyen factores económicos y sociales que al provocar una crisis profunda, hacen que la población crea en una propuesta política de quienes asume la responsabilidad de poner en orden un país.

Dicho en otras palabras, lo que facilita la presencia de líderes como Mussolini o Hitler, más que su carácter y carisma es la existencia de un conjunto de circunstancias particulares de deterioro de un país que hacen que ellos sean llamados por sus poblaciones para hacer frente a una situación de conflicto político, social, económico, etc. Existe numerosa literatura sobre las características que debe tener un líder. Rudolph Giuliani, ex alcalde de Nueva York, al concluir su mandato el año 2002, escribió una obra titulada precisamente “Leadership” o liderazgo en que aborda las condiciones que todo líder debe tener. Entre ellas destaca: saber distinguir lo importante de lo accesorio; tener capacidad de reaccionar siempre en todo momento; contar con la mejor gente al lado de uno; reflexionar y luego decidir; comunicar con convicción los planteamientos; prometer poco pero producir mucho; generar lealtad; organizarse en torno a un propósito; mantener un constante proceso de aprendizaje; confrontar las injusticias; ser uno mismo y asumir siempre la responsabilidad por los actos propios.

Una reciente publicación del profesor Bernardo Bárcena de la Universidad Católica de Argentina (1) señala que las ocho claves del liderazgo del Papa Francisco son un líder con inteligencia emocional, con empatía, con capacidad de emocionarse y entender la emoción de los demás y que todo ello lo racionaliza adecuada y equilibradamente; un líder que tiene visión propia de la realidad y sabe entusiasmar a los demás para que comprendan y sigan esa visión a la vez que entusiasmar a los demás por la coherencia con la que él vive lo que dice y lo que hace; un líder innovador, que cuestiona lo que se hace, que cambia y adapta, que se “sale del guion” y busca siempre nuevos métodos, estrategias y maneras de relacionarse con los demás; un líder coherente que inspira confianza porque hace lo que dice y dice lo que piensa; un líder que sabe comunicar con todos los medios y en distintos lenguajes; un líder servicial pues está al servicio de las necesidades de sus colaboradores; un líder que sabe reconocer y destacar el trabajo bien hecho de sus colaboradores y un líder con empatía generacional, que está siempre abierto a escuchar y aprender a ver lo posible de los demás y las demás generaciones, distintas a la que pertenece.

Elementos del Liderazgo

1. Capacidad para entender adecuadamente la realidad y alcances de una situación determinada. Es un elemento de la naturaleza del liderazgo. Sin una capacidad adecuada

para evaluar las situaciones que se plantean en la vida de un país así como las verdaderas intenciones de todos los actores involucrados en un proceso político determinado, es realmente poco lo que candidato a líder puede lograr. Para ello es fundamental lograr desarrollar una red de contactos que permitan recoger información oportuna y veraz adecuada para planificar una acción conducente a fortalecer la presencia de un líder frente al grupo en el cual actúa.

2. Carisma o la capacidad de influenciar a un grupo determinado. Es el carisma algo innato o puede ser adquirido?

Este es el elemento de caracteriza verdaderamente a un líder pero tal vez el más difícil de conceptuar. Las personas que aspiran a transformarse en líderes, deben necesariamente contar con una base de adherentes que casi irreflexivamente están dispuestos a seguir los postulados de su líder. Y digo casi irreflexivamente porque la historia de la humanidad está plagada de casos de obediencia ciega a un “pseudo líder” que muchas veces ha significado la desaparición de ese grupo humano precisamente a petición expresa de un “pseudo líder”.

La gran disyuntiva que plantea el carisma es si el mismo es innato o puede ser adquirido. Todos estamos acostumbrados a escuchar que personas determinadas “tienen cualidades innatas de líder” pero la verdad es que poco pueden lograr esas personas si tras una aparente facilidad para relacionarse con los demás – sea por su capacidad oratoria o sea por su facilidad para establecer relaciones con sus semejantes – esa virtud no es acompañada por otros elementos como por ejemplo la coherencia y la disciplina y rigurosidad en la formación profesional del futuro líder. El mundo ha evolucionado a un punto tal y es tan fácil tener acceso a las fuentes de información directa que un eventual líder no puede permitirse el lujo de improvisar como tampoco ser poco acucioso en la información que sirve de base al mensaje que entrega.

3. Confianza que genera la coherencia entre el mensaje que transmite el líder y su accionar. Los líderes carismáticos son aquellos que verdaderamente logran provocar un cambio de actitud en un conglomerado humano cualquiera. Pero ello no es tan fácil como parece y la coherencia, esto es, la capacidad de un líder de no abandonar sus postulados a lo largo del tiempo y de ser capaz de reconocer sus propios errores, constituyen elementos también de la esencia del verdadero líder.

4. Configuración o Alineación de los astros, dicho en otras palabras, la necesaria suerte o fortuna que debe acompañar a todas las personas en la vida. Un bisabuelo mío decía a sus parientes que la fortuna era aquella mano invisible que lograba que todo ocurriera. Así recuerdo a mi abuela repetir la frase favorita de este bisabuelo: Dios te de suerte en la vida que el saber de nada te vale”.

Ustedes estarán de acuerdo conmigo que dicho postulado escapa completamente a cualquier análisis serio del liderazgo. Sin embargo, es evidente que la fortuna juega un papel en el surgimiento de un lí- der pero no nos equivoquemos que a la fortuna a que me refiero no es la lotería si no aquella que permite que un futuro líder por coincidencias del destino, se encuentre en el momento oportuno en una situación en que un conglomerado humano busca desesperadamente a una persona que logre resolver sus problemas y angustias.

Sir Harold Nicolson, diplomático británico que vivió gran parte de su vida profesional entre las dos conflagraciones bélicas más importantes del siglo XX señala en su obra “DIPLOMACIA”, (3) que un diplomático ideal es aquel capaz de llevar adelante una negociación exitosa sustentada en la influencia moral de si mismo la cual se sustenta en siete virtudes diplomáticas: la veracidad, la precisión, la calma, el buen temperamento, la paciencia, la modestia y la lealtad.

Esta habilidad de ganarse la confianza y la preferencia de las autoridades del país ante el cual se encuentra acreditado el diplomático, continua diciendo Nicolson, necesariamente presupone una especial consideración del tiempo y lugar en que ejerce sus funciones diplomáticas el representante de un estado extranjero. Dicho en otros términos, un diplomático exitoso debe tener todos los elementos a que me he referido como las características de un líder. Y cómo se logra entonces que dos Estados tengan un óptimo nivel de relaciones diplomáticas?

La respuesta es muy simple: de la misma forma que dos personas cualesquiera desarrollan una relación interpersonal fuerte, los Estados forjan relaciones bilaterales potentes precisamente logrando sustentar su vinculación en la confianza mutua, en principios o intereses convergentes y en una misma visión de futuro. Dicho en otras palabras, las relaciones entre los Estados son influenciadas directamente por las relaciones personales que existen entre sus máximas autoridades y también por el nivel de vinculación que logra desarrollar una agente diplomático ante el gobierno ante el cual se encuentra acreditado. Lo anterior equivale a señalar que cualquier agente diplomático debe ser un líder ante las autoridades y comunidad del país en que se encuentra acreditado, claro está, un líder que jamás debe inmiscuirse en los asuntos de política interna so pena de ser declarado persona non grata y tener que abandonar el país por expresa petición de las autoridades locales.

Aun cuando la función de la información es importante para la toma de decisiones del gobierno que envía al agente diplomático, la misma ha sido superada por la instantaneidad de los medios informativos que pueden despachar sus noticias en el mismo momento en que estas se producen. Sin embargo, la función de analizar dicha información y darle un sentido coherente para tomar decisiones adecuadas, continua siendo junto a la capacidad de vinculación, las dos características más relevantes para el ejercicio de la función diplomática.

Chile y Estados Unidos de América: Imperios en Conflicto

Ya en la época de la independencia de Chile en 1810, asoman elementos que hacen presagiar una vinculación complicada entre ambos países, matizada por elementos de disímil naturaleza que llevan a enfrentamientos directos en los diferentes campos del accionar de Estados Unidos de América y Chile. Es así como hacia fines de 1860, periodo en que ambos países desarrollan agresivas políticas de liderazgo regional merced a potencialidades políticas, económicas y militares similares, se producen situaciones de crisis que se extienden por al menos 20 años uno de cuyos capítulos más complicados se vive durante la Guerra del Pacífico y a consecuencia del incidente conocido como el “caso Baltimore” y que tiene por protagonista a un buque de guerra estadounidense de paso por el puerto de Valparaíso.

Las dos guerras mundiales también producen impacto en la relación bilateral pues mientras la primera marca el inicio de la hegemonía norteamericana y la consecuente adecuación del escenario mundial y regional, la segunda guerra mundial evidencia las diferencias de opinión entre Chile y Estados Unidos frente al conflicto bélico europeo. A partir de 1960 se producen claros altibajos en la relación bilateral que van desde una confrontación ideológica y financiera profunda con claras señales de intervencionismo (1970 a 1973) a periodos de convivencia pacífica desde comienzos de la década de los años 90 sustentada en la democracia como modelo político, el respeto a los derechos humanos y la libertad de comercio.

Como lo ha señalado William F. Sater (2) gran conocedor y escritor de la historia de Chile, esta relación bilateral puede ser descrita como la de un país “que reclama respeto frente a otro que pide gratitud, pero que ninguno cree que el otro merece”. La disyuntiva en la relación bilateral ha estado siempre presente por razones que se remontan al origen de ambos países y que se ha manifestado en enfoques políticos de relaciones exteriores manifiestamente diversos en que Chile siempre ha tratado de mantener una actitud de independencia frente a los requerimientos estadounidenses mientras Estados Unidos de América manifiesta privadamente que Chile no ha estado a la altura de las circunstancias.

Tal vez si la explicación de ello se encuentre en que el concepto de “interés”, que está presente a lo largo de toda la vida independiente de Estados Unidos de América, no ha sido comprendido cabalmente por gobernantes de países que como Chile, sustentan su accionar internacional en los respeto a los “principios del derecho internacional” como piedra angular de su accionar exterior. Sin embargo, hoy puedo decirles que las relaciones bilaterales con Estados Unidos pasan por un momento de absoluta complementación como lo demuestran las diversas visitas mutuas de alto nivel recientemente llevadas a cabo, la incorporación de Chile al programa de exención de visas de turismo – único país en la región latinoamericana actualmente parte de ese programa – la implementación de un ambicioso programa de intercambio comercial sustentado en un tratado de libre comercio – Chile ha celebrado más de 60 acuerdos de esa misma naturaleza – y la reafirmación de la importancia fundamental de la democracia y el respeto a los derechos humanos como elementos fundamentales para una relación bilateral sólida y con sentido de futuro.

Vinculación de un Líder con la Prensa: Relación de Amor y Odio

Henry Kissinger en su obra “Years of Upheaval” (4) señala que hay pocas cosas más difíciles para un diplomático que mantener una buena relación con la prensa. El diplomático siempre se mueve en una línea muy delgada que es la coincidencia de intereses entre el país que lo envía y aquel ante el cual está acreditado ya que, por una parte jamás puede llegar a colocar a su contraparte en una negociación en una posición que su propia parte considere que ha fracasado como consecuencia de entregar información a la prensa antes que la negociación haya concluido y por otra, necesita a la prensa para lograr sus objetivos como líder carismático que está llamado a ser ante las autoridades y la comunidad del país en que se encuentra acreditado.

Lo mismo ocurre con los líderes de opinión pública de manera que, por ahora, me limitare a señalar que cualquier persona que quiera llegar a convertirse en líder, debe cultivar una cuidadosa relación con la prensa so pena de ver frustradas sus aspiraciones de convertirse en líder.

Reflexiones Finales:

1. La empatía definida como aquella capacidad de “colocarse en la situación del otro”, es sin lugar a dudas un elemento fundamental del liderazgo. Si la persona que pretende convertirse en líder de un grupo humano no logra esa “conexión de alma” con su contraparte, mal puede esa contraparte convertirlo en su líder. La empatía genera el carisma pues al fin de cuentas, los líderes son personas en las cuales el común de las personas se ven reflejadas y representan sus más profundas y sentidas aspiraciones.

2. El buen entendimiento que puede generarse entre las personas es el mismo que se genera entre los Estados que son representados por esas personas. Por ello es tan importante que ustedes, los jóvenes, se atrevan a aventurar en este mundo cibernético que les tocó vivir pues la relaciones que generen ahora indudablemente les aportarán elementos de sustentación muy sólidos para su futuro desempeño profesional.

3. Las capacidades de liderazgo pueden ser desarrolladas. Ya hemos señalado que el liderazgo es el producto o resultado de la confluencia de distintos elementos, a saber, la capacidad para entender adecuadamente la realidad y alcances de una situación determinada; el carisma o la capacidad de influenciar a un grupo determinado; la confianza que genera la coherencia entre el mensaje que transmite el líder y su accionar y la configuración o “alineación de los astros”, dicho en otras palabras, la necesaria suerte o fortuna que debe acompañar a todas las personas en la vida, son todos elementos que pueden ser desarrollados merced a un esfuerzo sistemático y sostenido en el tiempo teniendo siempre presente que el capital más importante que tiene un líder es su credibilidad bajo todas las circunstancias.

4. El liderazgo no se traspasa. A diferencia de las monarquías, el liderazgo no se traspasa porque es prácticamente imposible que a las características personales que pudieran llegar a confluir en varios individuos, se deben agregar la situación particular frente a la cual le toca desenvolverse al eventual líder y la reacción de su comunidad, elementos estos últimos de difícil repetición. Por ello, cada uno de ustedes está llamado a convertirse en potenciales líderes en la medida que estén dispuestos a “jugársela” por aquellos intereses que logren identificar en sus comunidades como los más relevantes para ella.

5. El objetivo de todo líder: crear una nueva realidad. Como ya hemos señalado, los líderes son llamados por sus comunidades para ayudarles a resolver problemas que afectan a su existencia como grupo humano. Incluso aquellos líderes que la comunidad internacional ha calificado como nefastos para su existencia, han sido elevados a la categoría de líderes por sus comunidades. Distinta cosa es que después de haber asumido un liderazgo pretendan perpetuarse en el poder y ejercerlo con absoluto desprecio de los derechos humanos o incluso practicando el genocidio como forma de gobierno. El objetivo de todo líder debe ser generar las condiciones para que su comunidad pueda lograr mejores condiciones de vida, mayor respeto por sus derechos y libertades fundamentales y una convivencia pacífica con todos sus vecinos lo cual indudablemente no está exento de problemas y contratiempos. Por ello aparece como un desafío crear una nueva realidad que permita el logro de esos y otros objetivos pero estamos ciertos que un líder verdadero no puede claudicar en la creación de una nueva realidad para su comunidad.

Para concluir, dos situaciones diversas en el mundo contemporáneo en las cuales el liderazgo juega un papel preponderante: el rescate de los mineros chilenos ocurrido en octubre de 2010 y el conflicto árabe israelí. Cuando en agosto de 2010 se derrumbó la mina San José al interior de la ciudad chilena de Copiapó sepultando en vida a 33 esforzados mineros, los ojos del mundo se volcaron hacia mi país. Me acuerdo que en ese periodo de tiempo, no importaba cual fuera el motivo que convocaba mi presencia, todos los participantes querían saber los detalles de dicha operación de salvamento. Y la verdad es que no fue fácil. Distintos elementos hacían presagiar un desenlace poco feliz. Sin embargo, el liderazgo ejercido en ese momento, en cuanto permitió conformar un grupo de expertos de múltiples nacionales venidos de todo el orbe con el único propósito de rescatar a esas 33 personas, resulto fundamental al momento de alcanzar el resultado que se obtuvo y ha sido reconocido por todos los participantes de ese magno esfuerzo humanitario.

La semana recién pasada fui invitado junto a un grupo de cónsules generales acreditados en Nueva York, a visitar Israel y Palestina, con el único propó- sito de conocer de primera fuente lo que allí ocurre hace tantos años. Todos ustedes conocen que el conflicto tiene orígenes milenarios sustentados en consideraciones religiosas lo que lo hace de muy difícil solución. Sin embargo pocos de nosotros sabíamos que aun enfrentando dificultades enormes como una falta de confianza entre las partes involucradas, lo que más anhelan ambas partes es poder contar con líderes efectivos que, con el respaldo de sus comunidades, puedan llegar a solucionar dicho conflicto. Es cierto que no es fácil ser líder en esas circunstancias – como que nadie envidia la situación de las máximas autoridades políticas de ambas partes – pero ello no es óbice para considerar que liderazgos como los ejercidos por Yasser Arafat, Yizak Rabin o Menahim Begin son ahora más necesarios que nunca.

Jóvenes, no solo de Baja California Sur sino del resto del mundo, el futuro es vuestro y si no están dispuestos a ejercer un liderazgo verdadero, pocas expectativas aguardan a las futuras generaciones. El querer ser líder parte de uno mismo. El mundo actual está en búsqueda de líderes que lo ayuden a solucionar sus actuales aflicciones. No dejen pasar la oportunidad que les ofrece esta querida Universidad Mundial de tomar contacto con personas que de alguna u otra forma, a veces sin quererlo, se han transformado en líderes de opinión. Aprendan de ellos y más importante aún, convénzanse que ustedes también pueden ser líderes.

 

Bibliografía

1. Síntesis del artículo “Claves del liderazgo espiritual del Papa Francisco” escrito por el profesor Bernardo Bárcena de la Universidad Católica de Argentina y publicado en la revista mensual “Palabra” en su número de los meses de agosto/septiembre de 2014

2. “Chile and the United States of America: Empires in conflict”. William Sater, The University of Georgia Press, 1990

3. “Diplomacy”. Sir Harold Nicolson, Institute for the Study of Diplomacy. Georgetown University School of Foreign Service, 1988

4. “Years of Upheaval”. Henry Kissinger, Little Brown and Company, 1979

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