Se me olvidó que me tenía que acordar…
Dice una amiga psicóloga que a su consulta llegan pacientes preocupados por sentir que todo se les olvida y con la certeza de que los corretea de cerquita la maldición de los viejitos: el Alzhéimer… pasé mi juventud y primera madurez sin haber escuchado jamás ese nombre, pero lo fuimos poniendo de moda y ahora no hay quien no sepa de él. Hace 30 años escuchábamos de muchos males comunes y la gente le temía al infarto por ejemplo, pero esta novedosa enfermedad era tan exótica que no la padecíamos… que cosas ¿no? Ahora todos le sacamos a la posibilidad de que se nos vaya borrando el cassette.
Pero regresemos al inicio, dice mi amiga “loquera” que no es que tengamos principios de ese mal, sino que la mayoría de las personas hacemos cosas sin darle importancia al caso y por eso las olvidamos, no es que estemos enfermando, es que no somos atentos a nuestras acciones cotidianas y por eso perdemos las llaves, la bolsa, los lentes y el celular… ¿a poco no? A mí todo se me olvida, pero prefiero creerle a los profesionales y pensar que mis olvidos son por descuido y no por deterioro de mis escasas facultades, porque triste sería mi calavera pensando que hace 40 años se me olvidó el porta-bebé con mi hijita de tres meses de nacida sobre el mostrador de la desaparecida tienda “La Perla de La Paz” y reaccioné hasta cuando llegué a mi casa, y que mi mamá cándidamente me preguntó ¿y la niña? (Verídico por desgracia) y yo era joven, mis neuronas todavía funcionaban al cien pero lo descuidada también. Mi hija todavía me lo recuerda.
¡La memoria es canija! A mis muchos años de acumular recuerdos sería lamentable que los perdiera si hoy son para mí, parte de mis activos fijos. Ya vivo de los recuerdos, casi casi... “¿Te acuerdas de…?” Es con frecuencia el inicio de una buena charla, reconozco por supuesto que los descuidos se hicieron parte de mí y hoy trato de suplirlo con organización aunque tampoco me sale muy bien; compré una agenda y tiro seguro es que se me olvida donde la dejo o qué era lo que debía ingresarle, compré una memoria electrónica y jamás supe dónde quedó, entonces ya entendí que debo olvidar que “debo recordar” y darle paz y tranquilidad a mi cerebro para que haga lo que pueda en este caso. Sólo asumí una acción recomendada por alguien que por supuesto no recuerdo y eso es: hacer ejercicio mental.
Sí, definitivamente nuestra mente se debe ejercitar. Es saludable para nuestro cerebro que hagamos cosas como pensar, resolver enigmas, hacer sudokus, resolver crucigramas, rompecabezas y todo eso. Yo lo hago casi diariamente con el primer café me reviento el sudoku del periódico y le guardo el crucigrama a mi marido, aún no sé si me ha servido de mucho pero me agrada.
El Alzheimer, también llamada demencia senil, es una enfermedad neurodegenerativa, donde las neuronas mueren y diferentes zonas del cerebro se atrofian pero la neta y para tranquilidad de muchos, es que aparece después de los 65 años así es que algunos tenemos chance todavía.
A veces puede confundirse con actitudes relacionadas a la vejez pero por lo pronto aguas si presentas cosas como confusión mental, agresividad e irritabilidad, cambios de humor, trastornos del lenguaje, pérdida de memoria y predisposición al aislamiento, no se preocupen, aunque esta enfermedad tiene factores hereditarios, estos sólo son entre el 1% y el 5% de los casos (ya si tienes mala suerte y quedas dentro de estos parámetros pues ni modo) vamos a verlo con optimismo como nos ilustran tantos chistes, porque si tienes este padecimiento, rapidito de te va a olvidar…
Por cierto, el librito con 500 sudokus cuesta $60 pesos.