Serendipia: GRAVITY. EL ORGANISMO HUMANO
Hay un cuento-creo que de Arthur Clark- ubicado en un futuro muy lejano, cuando el hombre habita ya muchos planetas y estrellas. Un viajero espacial, un aventurero que vaga en los confines del espacio hace contacto con un pequeño planeta ocupado por humanos hace miles de años, le responde una voz de mujer. Cuando la ve en la pantalla resulta que la mujer es bellísima y empiezan a coquetear mientras se acerca al planeta. El viajero que lleva más de seis meses en solitario le pide una serie de datos para iniciar las maniobras de “aterrizaje”: atmósfera, temperatura, viento, humedad, presión, características del terreno, gravedad, etc. no advierte, por el entusiasmo ante la posibilidad de tener una linda velada con la belleza que tiene en pantalla, que la gravedad es menor que la de la tierra. La muchacha lo va a esperar al aterrizaje y cuando llega el viajero y baja por la rampa, lo primero que ve son los tobillos de la gigantesca morra que mide cerca de 10 metros de estatura.
Entre otros efectos, la gravedad regula nuestra estatura y se sigue investigando los efectos de la falta de gravedad en un plazo que corresponde a un viaje a Marte y la próxima colonia en la luna. En la película Gravity, del admirable Alfonso Cuarón, la doctora Ryan Stone –el personaje que interpreta Sandra Bullock- es una médica que investiga, entre otras cosas, la gravedad que ha sido una de las primeras interrogantes que se plantearon los médicos de las agencias espaciales cuando se abrió la posibilidad de viajes prolongados. Sabemos que la gravedad tiene múltiples consecuencias sobre el cuerpo en el planeta, la tierra atrae el organismo hacia el centro, siempre lo está jalando, por lo tanto, con el tiempo crecen las partes sueltas del cuerpo, así, de viejo –revise a su abuelo- crecen las orejas, la nariz, el pene y los testículos; por dentro crece el sigmoides –una parte del intestino grueso- la matriz se arquea, la piel se cuelga, el estómago se alarga también los epiplones, es decir, son cambios minúsculos que se notan con la edad avanzada. Son los efectos de la gravedad a lo largo de una vida prolongada.
Pero en el corto plazo, en un viaje, es de esperarse que muchas de las funciones que sean afectadas por la ingravidez. En un viaje a Marte, por ejemplo, que en la actualidad duraría unos seis meses, se verían afectadas funciones como las del movimiento del intestino, por lo tanto se esperaría estreñimiento; también los huesos se hacen más frágiles porque pierden calcio a no tener las fuerzas de presión de la gravedad, es decir, el esqueleto ya no es el sustento del cuerpo en un ambiente ingrávido; los líquidos en general, desde la sangre, el plasma, el moco, la linfa, dependen de la gravedad para circular; solo el sencillo y feliz acto de comer se hace difícil, el esófago ciertamente tiene movimientos para avanzar la comida masticada al estómago, pero la gravedad ayuda a pasarlo al estómago, sucede igual con el resto del pasaje de la comida por casi cinco metros de tubo digestivo; en la ingravidez los movimientos no requieren la fuerza que hacemos en la tierra, también los músculos sufren involución y pierden tejido, se atrofian; cambian las presiones entre el medio interno y externo, entonces se acumula líquido en los pulmones, en el pericardio y peritoneo; los líquidos del cuerpo se distribuyen de manera uniforme, cambian los sentidos, hay congestión nasal, disminuye la percepción del sabor y el olor; hay cambios somáticos en el cerebro, el cerebelo que procesa la orientación, el equilibrio, en condiciones de ingravidez ya no es tan necesario, entre otras muchas modificaciones que sufre un organismo en el espacio.
Hay otros efectos que pertenecen al terreno de la mente como la claustrofobia, la soledad, la nostalgia por la querencia, si muchas veces es difícil abandonar el pueblo natal, mucho más será abandonar a la madre tierra, como se podía ver –lejana y azul- en la aclamada película de Alfonso Cuarón cuando la Dra. Ryan queda sola, ya sin la compañía del astronauta veterano que protagoniza Clooney, el silencio sobrecogedor, la oscuridad amenazante -que el excelente director mexicano ambientó con un sonido muy especial- del universo, semejante quizás, al mar del siglo XIV en el que se presagiaban cascadas abismales o feroces animales gigantescos.
Es cierto que el organismo animal tiene una gran capacidad de adaptación, por lo tanto, se requieren estudios de muy largo plazo, de años para vislumbrar los cambios homeostáticos –de equilibrio- que la evolución de un organismo en un ambiente ingrávido, con respiración artificial, con cambios de temperaturas extremas, además de los cambios psicológicos que podrían ser diferentes a los del corto plazo estudiados.
La proyección que hace el cuentista de la historia referida al inicio del texto, es posible, pues la gravedad regula –entre otros aspectos- la talla, quizás hasta la generación de nuevos órganos que ayuden a la adaptación. Múltiples posibilidades parta los evolucionistas. No sabemos que nos depara la carencia de gravedad en plazos larguísimos. Cuando la película de Alfonso Cuarón y su tecnología sean solo esbozos de una humanidad primitiva, de sus primeros intentos por abandonar la tierra.