Temas femeninos: ROLES DE GÉNERO
En esta ocasión hablaremos sobre los estereotipos sexuales o roles de género, y ustedes se preguntarán “¿y eso qué es?”, pues se les llama así a las ideas que categorizan o etiquetan, y por lo tanto son un poco erróneas, las conductas y actitudes que definen a varones y mujeres.
A pesar de la revolución sexual de los 60´s y del movimiento de liberación femenina, nuestra cultura aún sostiene, desde múltiples discursos, estas creencias sobre lo que cada género debe “ser”. Lo que se traduce en una serie de expectativas y mandatos acerca de lo que se considera “femenino” y “masculino”, acerca de lo que “un hombre” o “una mujer” pueden y quiere hacer.
Por ejemplo, a las mujeres, el estereotipo tradicional nos define como amables, sociables, ansiosas, inestables, entregadas y dependientes. Y naturalmente dotadas para las tareas domésticas, incluido el cuidado de los hijos. Nos identifica además como caprichosas, cambiantes, indecisas e “histéricas”. Y por si fuese poco, nos atribuyen necesidades sexuales menos acuciantes que las de los hombres, una autoestima más baja y, en términos generales, débiles. Sí, cuántas veces no hemos escuchado que las mujeres somos “el sexo débil”. También se nos dice que somos sugestionables e influenciables por las opiniones ajenas (aunque a veces, manipuladoras expertas), vaya que somos un poco ambiguas y complicadas…. Sí, todo eso se nos adjudica como género.
Y por otro lado, a los varones, se les exige que deban ser seguros de sí mismos, activos, competitivos, proveedores, independientes, dominantes. Decididos, fríos y controlados. El modelo imperante los considera biológicamente superiores, más fuertes y creativos (aunque menos hábiles en lo social), con mayor estabilidad en sus emociones y con una gran capacidad sexual. También se los asocia a los “hombres alfa” con la agresividad y la violencia como modo de resolver conflictos (se han usado hasta razones de orden biológico en este sentido). Y con los impulsos naturales de lanzarse siempre que puedan a la conquista sexual y de no mostrar signos de feminidad.
¿Muchas exigencias, no?
Debido a estos estereotipos, y a lo fuertemente que se han arraigado en nuestra sociedad, es que muchas personas son excluidas o discriminadas en diversos sentidos, en diferentes círculos sociales, pues no todas somos iguales o deseamos lo mismo; y a veces cuesta mucho lograr que los demás comprendan lo que es el respeto y la tolerancia frente a lo diferente.
La construcción de los estereotipos sexuales es un proceso lento que moldea de modo sutil pero firme nuestra manera de interpretar la realidad. Así, durante siglos hemos asumido sin cuestionar ciertos roles y conductas apropiados para los varones y las mujeres. Y, si bien puede decirse que hemos avanzado mucho en las últimas décadas, la sexualidad sigue siendo una de las dimensiones más contaminadas por los prejuicios de los estereotipos; la doble moral es un ejemplo claro.
Y es que se trata de una construcción que se realiza en cada uno de nosotros desde muy temprana edad, a través de diferentes vías: la familia, los medios de comunicación, la escuela, los amigos. Por eso es importante revisar y ahondar en nuestra concepción de lo femenino y masculino; hablar sobre estos temas en nuestra casa, trabajo o con amigos; solo así podremos tomar conciencia de las veces en que caemos, hasta por inercia, en actitudes prejuiciosas capaces de empobrecer nuestras relaciones humanas.