Temas femeninos: LA HISTORIA DEL BRASIER

Es sabido que la ropa interior, tanto femenina como masculina, está hecha para evitar la exposición de nuestra zona genital a la suciedad del mundo exterior y de las prendas de ropa que están más cercanas a éste pero, ¿cuál es realmente el origen y la funcionalidad del brasier, sostén, bralette o corpiño, que cubre la mayoría de los senos  las mujeres en el mundo? Acá te contamos un poco de su historia.

Según hallazgos historiográficos, los primeros brasieres (así lo escribiremos, hispanizando la palabra brassiere) datan del año 4500 antes de Cristo. Esta prenda era plasmada incluso en representaciones de las diosas, y no se sabe con exactitud su función: así como puede que sea por una especie de censura o respeto, puede que sea un adorno o una prenda que realmente otorgaba comodidad a las mujeres de senos grandes.

Por la forma y la delgadez de la prenda en esta representación de la cultura minóica, podemos inferir que no contaba con las incómodas copas de metal que caracterizan a los brasieres de la actualidad, y más bien se trata de un top o sostén deportivo.

Más adelante, las mujeres del periodo helénico utilizaron también trozos de tela para cubrirse los pechos, y estas prendas eran más improvisadas y espontáneas, que las de la antigua Grecia. Una vestimenta similar tenían las mujeres vikingas en sus pequeños guardarropas.

Durante la edad media, el vendaje de busto fue sustituido por los horribles corsets, que tenían la función de acinturar, mediante varillas, los cuerpos de las mujeres, reducir el tamaño del vientre y levantar el busto, pero sin otorgar ningún tipo de protección a los pezones y mamas.  Esta apretada prenda duró ¡hasta finales del siglo XIX!, cuando, cansada de toda la inmovilización que le provocaba el corset, Marie Tucek patentó una prenda que sostenía a cada mama en una bolsa unida a una cinta, atada a la espalda mediante un par de tirantes.

La prenda de Tucek fue perfeccionada por Mary Phelps Jacob, que en 1914 la patentó con un enorme éxito, añadiendo una tela más suave y los alambres que forman lo que hoy conocemos como “copas”. En esos tiempos tener un negocio era más complicado, por lo que decidió vender su patente a la compañía Warner Brothers Corset Company por tan sólo mil quinientos dólares de esa época.

Más adelante, la modista Ida Rosenthal se dio cuenta de que cada mujer necesitaba un tamaño distinto en relación a la medida de su espalda, su musculatura y sus mamas, por lo que elaboró una guía de tallas. En la actualidad, se ha demostrado que la talla incorrecta de sostén con varillas puede provocar dolencias mamarias importantes e incluso propiciar el cáncer de mama.

A partir de los 60s, comenzó la diversificación capitalista de esta prenda, incluyendo nuevas telas, nuevas formas y nuevos estilos con diferentes funciones. Con la revolución de la segunda ola feminista, los brasieres padecieron el desprecio de muchas mujeres y comenzaron una serie de esfuerzos por reinventar la prenda, buscando la comodidad y la ergonomía por encima de la estética o la sensualidad.

En la actualidad esta prenda se ha vuelto más una cuestión de expresión y de censura, que de salud. Los ginecólogos recomiendan a toda costa evitar las varillas, y si es posible, evitar el uso de brasieres u optar por modelos deportivos. De hecho, para dormir, es importante NO usar brasieres, mucho menos si son de varilla, pues éstas pueden perforarnos la piel y llegar incluso a perforarnos algún órgano vital. 

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