Temas masculinos: EL PUNTO G DE LOS HOMBRES
Ya es más que sabido que el punto g de las mujeres está, literalmente, cual frase de televisión, al fondo a la izquierda: al fondo de la vagina, pegado al lado izquierdo. Esta es la razón por la cual una mujer puede experimentar orgasmos de diferentes formas estimulando la vulva por fuera o penetrando. Sí, esto ya lo sabemos, pero ahora: ¿qué pasa con los hombres? ¿tenemos punto g o es algo propio de ellas? Y si sí, ¿dónde está?
Efectivamente, los hombres tenemos punto g, y además de eso, tenemos una gran variedad de zonas altamente erógenas en nuestro cuerpo, por lo que el recibir placer nunca se limitará a la estimulación del pene. El cuello, los muslos, los pezones y… ¿la próstata?
El punto g es, por definición, un “punto de encuentro de terminaciones que producen placer”, y debe su nombre al ginecólogo alemán Ernst Gräfenberg, que fue quien lo descubrió. En un inicio, se refería sólo a un lugar en la vagina, pero con el tiempo y los estudios se dieron cuenta de que los hombres también poseían un punto g en un lugar muy similar al de las mujeres, sólo que al no tener vagina, el punto de acceso debía ser otro, provocando gran estigma para la autoexploración de todos aquellos machos con masculinidad frágil.
¿De dónde viene el estigma? Pues bueno, de la ubicación de este tan cotizado punto, que también es conocido como “punto p” para diferenciarlo del femenino. El punto p se encuentra alrededor de la próstata, es decir, que su acceso más fácil es a través del recto, o sea, del ano.
Durante muchos años se ha tenido la mala creencia de que el sexo anal es algo exclusivo de homosexuales, y de que la estimulación de esta zona altamente erógena pone en riesgo la orientación sexual de quien la practique: nada más alejado de la verdad. El punto g es un lugar que puede ser estimulado en soledad o en pareja, y no necesariamente mediante la penetración de otro falo. Además del coito, es posible alcanzar el placer que produce la próstata mediante la penetración con los dedos o algún juguete sexual, del sexo oral o de los masajes, y si se hace cuidadosamente y con la estimulación y lubricación necesaria no tiene por qué ser doloroso. En realidad, varios estudios confirman que el estigma realmente se rompe una vez que ocurre la autoexploración: las ventas de masajeadores en hombres heterosexuales mayores de 45 años han aumentado más del 56% en el último lustro.
¿Por qué la insistencia con el punto g? Bueno, además de que siempre es bueno aprender a erotizar todo nuestro cuerpo en lugar de reducir el acto sexual al coito, práctica que puede tornarse aburrida después de años, la estimulación de esta zona ayuda a potenciar el orgasmo regular y alcanzar niveles de placer verdaderamente impresionantes, además de ayudar que se produzca mayor cantidad de semen. Así que ya lo vez, si es tu plan tener un hijo, lo mejor que puedes hacer para facilitarle la tarea a tu amiguito es estimular la próstata para aumentar la cantidad de espermas que eyacules.
A continuación, te damos algunas recomendaciones para que te aventures a los placeres que tu cuerpo tiene para ofrecerte:
—Te recomendamos que la primera vez que tengas contacto con esta zona estés a solas, pues lo mejor es conocerse y saber los límites de uno mismo antes de compartir con los demás.
—Sé higiénico. Lava bien la zona. Incluso es posible usar enemas para que al momento de explorar en pareja no exista ningún inconveniente.
—¡Lubrica! La lubricación es uno de los pasos más importantes para garantizar el placer. Te recomendamos usar algún lubricante con base de agua y empezar a acariciar la zona externa y los alrededores del ano antes de adentrarte.
— Para alcanzarlo: introduce un dedo con cuidado en el ano, y conforme avances llegarás a una zona llamada el esfínter anal y posteriormente, el recto. En el recto, a unos poquitos centímetros más de profundidad, es posible palpar un abultamiento: ¡felicidades! La encontraste.
—Lo mejor es empezar con movimientos suaves sin sacar del todo tu dedo, y poco a poco ir aumentando a intensidad conforme te vayas sintiendo dilatado y cómodo.
—Es muy importante encontrarse relajado, de lo contrario, el cuerpo no cooperará y la tensión provocará que te sea muy difícil introducir cualquier cosa, e incluso que te provoque dolor.
No lo olvides: todos somos responsables de nuestro placer, y la mejor forma de tener una sexualidad saludable es eliminando los estigmas e irnos descubriendo poco a poco en espacios seguros y cómodos.