Una hermosa gitana adivina el futuro de Valeriano
Una tarde cabalística de miércoles 8, hallábase Valeriano Vergara odiando a las palomas citadinas acodado a una pared enana, contigua a lo que había sido una cancha de basquetbol a cielo abierto. Fumaba tranquilo mientras recordaba un chiste y decidió trasladar el chiste a su presente para deleitar la imaginación entre bocanadas de humo y el supuesto pasar del tiempo; un pavo enorme, musculoso y neurótico, llegaba hasta las palomas que rodeaban a Valeriano y la mayoría de ellas, temerosas, se hacían a un lado. Después, una de las malditas palomas, en tono cínico, le deseaba una feliz navidad al pavo y éste, como energúmeno, le daba una patiza tan cruel, que hasta él mismo, después de reírse, intervenía para separarlos. En eso estaba Valeriano cuando apareció aquella mujer hermosa de vestido largo que lo abordó. Le dijo que era adivina y que le diría su futuro por medio de la lectura de las líneas de su mano derecha. Valeriano no desperdició la oportunidad de saber qué le deparaba el destino y recordó que todos somos proyecto. Tendió su mano gritando en su interior que le daría una moneda, y no un billete, para que ella adivinara de antemano sus precarias intenciones. La mujer pronunció un discurso confuso al que Valeriano no prestó atención; terminó su cantaleta y soltó su mano. Luego extendió la suya. Valeriano se la tomó y la invitó a salir. Ella se molestó y se zafó bruscamente. Fue entonces que Valeriano sacó la moneda y se la dio. Al ver la moneda sobre su mano, sin devolverla, la mujer hermosa se encolerizó y empezó a subir el volumen de su voz. Coincidió que una patrulla pasaba justo por ahí y los agentes notaron el acalorado argumento de la joven. Los dos se explicaron y los agentes, con poco qué hacer, escucharon todo el ensayado discurso de la muchacha. Como jueces de programa de televisión, optaron por defender la ingenuidad de Valeriano y solicitaron a la gitana que no molestara a las personas. Ella giró sobre su eje cuando se iban los policías y, muy enojada, volvió a insultar a Valeriano quien, encendiendo otro cigarro, le preguntó el porqué de sus insultos y airadamente añadió “si ya sabías que te iba a invitar, ¿por qué te enojas?”
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Susana
Francisco