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¿Y la clase media, ’apá?

en Miércoles, 11 Septiembre 2013. Publicado en Economí­a, Opinión, Política

El pasado 8 de agosto el secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray Caso, entregó al presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, el panista Ricardo Anaya Cortés, el paquete económico 2014, que incluye la iniciativa de Ley de Ingresos y el Proyecto del Presupuesto de Egresos de la Federación 2014, así como las iniciativas de Reforma Hacendaria y Seguridad Social.

Minutos después, en uno de los discursos más largos en lo que va de su administración, el presidente Enrique Peña Nieto reveló el contenido de la iniciativa de Reforma Hacendaria, en la que destacan, entre otras, las propuestas de reformar los artículos 4 y 123 de la Constitución para incluir el derecho a una pensión universal; un seguro de desempleo temporal para los trabajadores formales cuando tengan el infortunio de estar en tal circunstancia; no imponer el Impuesto de Valor Agregado (IVA) a alimentos y medicinas; desaparecer el Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU) y  el de Depósitos en Efectivo (IDE);  cobrar impuestos sobre ganancias para los empresarios, gravar las utilidades obtenidas en la Bolsa Mexicana de Valores, y eliminar tres cuartas partes de los tratamientos preferenciales y prácticamente la mitad de los regímenes especiales.

 

Hasta aquí la iniciativa de reforma hacendaria pareciera ser, en términos generales, de corte social, alejada a lo que un amplio segmento de la sociedad mexicana esperaba que fuera presentado para tal efecto, desde que en marzo del presente año el Partido Revolucionario Institucional aprobó, en el marco de la XXI Asamblea Nacional de su partido, reformar sus documentos básicos para abrirse a la posibilidad de cobrar IVA en alimentos y medicinas, así como de permitir el capital privado en el sector petrolero.

Baste recordar que el mismo 8 de agosto, horas antes de que fuera entregado a la Cámara de Diputados el paquete económico 2014, el dos veces candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, exclamó frente a las 50 000 personas congregadas en un mitin organizado por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) para protestar contra la reforma energética, que él estaba “convencido de que si todos hacemos lo que nos corresponde podemos impedir, con la movilización ciudadana pacífica, la venta del petróleo y el aumento de impuestos”.

Al día siguiente de haber sido presentada la reforma hacendaria, Gerardo Gutiérrez Candiani, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, y Martí Batres Guadarrama, presidente del Comité Ejecutivo Nacional de Morena, se dijeron preocupados porque la iniciativa de reforma hacendaria afectaría a la clase media, es decir, la derecha más  más a la derecha y la izquierda que se autodefine como legítima coincidieron en su argumentación, pero ¿por qué?

Primero, porque el gobierno ya no exentará del pago de IVA a quienes compren, renten o paguen la hipoteca de algún inmueble; a quienes quieran acceder a la educación privada; a quienes quieran tener o comprar alimento para sus mascotas; a quienes gusten de asistir espectáculos públicos, salvo el teatro, el cine o el circo; a quienes deseen organizar congresos y convenciones, por alojamiento, transportación, alimentos y bebidas, etc. Además se prevé que a quienes trabajen de manera independiente se les cobre un monto mayor respecto al impuesto sobre la renta (ISR), en razón de que  sólo será posible deducir el 10% anual del ingreso total anual que obtengan, asimismo quienes obtengan ingresos gravables superiores a $500,000 tendrán una tasa impositiva de 32% respecto al ISR, en vez de la tarifa de 30% actual.

Segundo, porque si bien es cierto que recientemente el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dio a conocer que en México un 59.1% de la población forma parte de la denominada clase baja, un 39.2% pertenece a la clase media y tan sólo un 1.7% a la clase alta, también lo es que la noción de consumo y expectativa de movilidad de quienes integran la clase media abarca, a decir de Luis de la Calle y Luis Rubio en su libro Clasemediero (CIDAC, 2010), a quienes tienen ingresos que van desde unos cuantos salarios por hogar, hasta a quienes tienen varias decenas del mismo indicador, así “pueden estar en el más alto decil en la escala del ingreso nacional o ubicarse varios deciles más abajo”, con lo cual se logra captar la atención del sector más amplio de la población.

 

Tercero, porque la iniciativa de reforma hacendaria dejó con pocos argumentos a Andrés Manuel López Obrador y Morena, quienes estaban dispuestos a seguir manifestándose de manera pacífica contra la aplicación del IVA a alimentos y medicinas, lo cual le atraería la simpatía de otro buen número de ciudadanos, así como al sector empresarial, al que le incomodan las razones para que no aconteciera dicho gravamen: la recesión económica en la que técnicamente se encuentra México, así como el músculo mostrado por los maestros en la reciente protesta social.

Por lo pronto la clase media, ésa a quienes distintos sectores tienden a reducir a meros consumidores, votantes o contribuyentes, se ha hecho de dos defensores tan disímbolos como el agua y el aceite.

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