CONVERSANDO CON MACHADO
Conversando con Machado
largo ha sido y silencioso
este cruel invierno:
en mi piel amante
dejó sus más lentos cuchillos
- río en su piel de escamas
la quebrazón de los espejos-.
Un fuego enloquecido
arrasó los restos de la hierba
dejando un alarido.
La indiferencia
volvió las llamas en torrente
de la sangre
En un territorio vasto
de silenciosas piedras
el latido más preciado
- brillo en la gema del corazón-,
era un bastón tanteando
de un ciego solo
que sobrevive entre andrajos
y tinieblas.
Pero la vida verde, ay,
tímida hierba que en el muro
quiere brotar
entre las rocas más espesas;
aún en el tronco carcomido
que recorren las hormigas
en caravana interminable.
Pero el milagro siempre
de una mujer descalza
y aromándonos “el ala de su
risa”,
Deshilachando la bandera
lentamente tejida
con hilos largos de dolor
en nada,
y llamándonos
entre hojas y desnuda,
- lo había olvidado este ramaje
oscuro,
este abatido vuelo de sol-;
amaneciéndonos
- en su lengua tibia
el agua nueva de mi nombre-.
Te esperaba, primavera.