Y seguimos pidiendo la palabra: LISBON STORY
La ciudad, ese mito
en la lluvia más clara de esta
noche:
una canción cantada a
contrapelo
de sus propias palabras.
Desde antiguas películas
futuras
la balaustrada lenta delimita el
abismo.
Avanza la silueta del abuelo
enfundado en su traje de
mitades de siglo.
Su padre viene atrás,
imposiblemente joven,
para que cada imagen
permanezca adherida a
nuestros huesos
tras las sucias retinas,
en la pantalla lívida de sangre.
Los gestos elaboran la eterna
pantomima
(coreografía de voces que
nunca dicen nada
y están hablando ahora
desde aquí, para siempre.)