Y seguimos pidiendo la palabra: NOCHE DE CULIACÁN
Incrédulo dejo el balance a medio hacer
porque aplaza el derrumbe quien no lo toma en serio.
Ácido el tacto de los que beben sedientos virulencias,
y un estrépito de huesos se desata.
El recuento diario de los muertos,
las preguntas a secas de los decapitados,
las respuestas que nadie preguntó
nos salen al paso
en forma de bebé a punto de estallar.
Horas de fuego,
cae un cuerpo y se revienta.
Se vence el pacto.
De ahora en adelante más vale camuflarse,
hacerse el sordo.
En hediondo pasaje de cobijas
sacaron a orear las catacumbas.
Planicie sin resguardo a merced de irrefrenables vientos,
furias de pies cuarteados que doblegan cuanto vive
huyeron sigilosos los dioses en la víspera.
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Alejandra