Y seguimos pidiendo la palabra: UNA ALTERNATIVA EN LA CONSTRUCCIÓN DE VIVIENDAS Y ESCUELAS
Introducción.
El problema de la vivienda tiene primordialmente un carácter político, es decir, cultural, educativo, económico, científico, social y religioso. En nuestra sociedad ya se han dado pasos firmes y seguros desde el siglo 19 por acercarse a las construcciones ligeras, como un entendimiento de la urgencia por la disminución de la cantidad de material utilizado en cada construcción de una vivienda o de una escuela. En las fábricas, como lo señaló alguna vez Le Corbusier, la arquitectura había sido desplazada por los cálculos de los ingenieros, y en los afanes prácticos industriales se lograban los más audaces sueños de los visionarios del siglo antepasado.
El problema de las escuelas ya lo he tratado con amplitud en otro artículo y en esta ocasión no voy a abundar mucho en ello, pero si voy a indicar que algunas de las conclusiones generales apuntadas más adelante son también aplicables al asunto escolar.
Por otro lado, el muy conocido concepto de "maquina de habitar" de la Carta de Atenas se puede ver en la gran mayoría de las casas modernas realizadas por autoconstrucción en los barrios proletarios de nuestras ciudades en la segunda mitad del siglo 20 y comienzo del siglo 21, que sumergidas en la miseria y construidas con penuria e ingenio han puesto una buena muestra de la sensatez del funcionalismo europeo de la primera postguerra. Hasta ahí llegó el urbanismo moderno, y no como lo habrían pensado muchos, al gobierno de las ciudades, con sus burócratas encargados de conservar, a fin de cuentas, en la ignorancia y el atraso a nuestras ciudades, ya que no se puede pensar, en las condiciones actuales, en que un gobierno se encargue de hacer una revolución cultural.
Cada vez que se construye un adorno hay un retroceso de al menos tres siglos. La grandeza moderna es vencer los adornos, (decía Adolf Loss en su libro Ornato y Delito, publicado en 1913).
Me explico, si al principio trato de la ligereza de las construcciones es para percatarse de que la necesidad de protegerse de las condiciones del clima se tiene que hacer en la justa medida de sus funciones. Así por ejemplo, una azotea nos tiene que proteger del polvo, de los rayos solares, del agua de la lluvia (y en algunos casos de la nieve), del viento que algunas veces puede ser un huracán. Ordinariamente, la cantidad de polvo acumulada en una azotea de 20 metros cuadrados no puede pasar de 500 o 1000 gramos, la cantidad de agua de lluvia, a lo más 15 kilogramos, y la presión de los rayos solares de 3 a 4 gramos. ¡Y la solución moderna de los constructores del siglo XX es la losa de concreto armado que pesa 4.8 toneladas para una recámara! Soportada esta losa por columnas y muros que pesan otro tanto.
He preguntado a varios constructores, ingenieros y arquitectos, cuál es el costo de una casa y de inmediato contestan; pero a la pregunta ¿cuánto pesa, cuantas toneladas de piedra, cemento y acero (¿decenas o centenas?) se utilizan en esa casa? La mayoría no sabe que contestar. Seguimos viviendo en la edad de la piedra.
En la sociedad de consumo en que vivimos, subinsertada a fuerza a las sociedades altamente industrializadas, en el proceso de explotación de los recursos naturales y de la mano de obra, de una manera salvaje, ni las universidades estatales y nacionales, ni los tecnológicos regionales han tenido algo que decir y hacer para subsanar los absurdos constructivos que señalo en el párrafo anterior. Tampoco, por supuesto, en los hechos, los organismos oficiales de construcción de "viviendas dignas" o de "escuelas dignas".
Entiéndase un asunto: si logramos hacer una casa con la treintava parte de los materiales que se utilizan en una construcción tradicional, no importa que cuesten cinco veces más, el costo de su producción será mucho menor.
Ya se pueden producir. Existen los materiales, existe la técnica, existe la necesidad de vivienda, abundan los posibles usuarios. El problema es la estructura económica que tiene a la ganancia como su principal Dios. Hay que ir, como afirmó el doctor E. Guevara de la Serna, contra la ganancia como motor de la producción.
Aquí en la ciudad de la Paz, en las casas de interés social vemos a los usuarios, en el verano, en las tardes, salir de su casa "a lo fresco" hasta las dos o tres de la mañana, en que ya se puede entrar. Y en el invierno los ocupantes de la casa "se salen al solecito", porque su casa esta fría. En las viviendas de lujo, construidas con los mismos materiales, sólo que en mucho mayor cantidad, no se sufre del calor o del frío pues están equipadas con aparatos de refrigeración o de calefacción que funcionan todo el día, consumiendo la energía que produce un petróleo que es patrimonio de toda la humanidad y no sólo de nuestra generación.
Ubicación
Como bien nos lo ha mostrado la historia, la mayoría de los grandes constructores no han salido de las universidades o sus similares, en nuestras ciudades no llegan al 30 por ciento las casas construidas por arquitectos o ingenieros universitarios o politécnicos. Han sido personas como Le Corbusier o Frank Lloyd Wright, o Buckminster Fuller, o miles más como ellos que su método fue: estudiar y trabajar, sólo eso.
Evidentemente de lo anterior, en estas notas destinadas a plantear el asunto de las cúpulas geodésicas adaptadas para vivienda o escuela, no podía dejarse de lado al menos la mención de que se trata de un asunto estrictamente político que requiere de un tratamiento auxiliar técnico comprometido.
Referencial temático: Las cúpulas geodésicas
El estudio científico de las edificaciones a las que hago mención tienen como uno de sus puntos de arranque el problema técnico de repartir cargas, distribuir esfuerzos, reducir momentos flexionantes y sacar la máxima utilidad de los materiales existentes, todo esto con la reducción al mínimo del impacto al medio ambiente. En las cúpulas geodésicas, la principal cualidad que se tiene es la de la extraordinaria ligereza y la sencillez de su armado y construcción, ofrece grandes ventajas técnicas y ventajas económicas que son muy difíciles de igualar o acercárseles con las construcciones tradicionales.
Las cúpulas geodésicas, estudiadas por Richard Buckminster Fuller, constituyen una solución interesante al problema de que los elementos de diversos tipos de cúpulas, nervados, y de entramado triangular, requieren de muchos tamaños diferentes de elementos, y aunque se pueda lograr su prefabricación, se alejan de un modo rápido de la optimización económica. La solución consiste en lo siguiente: tratar de repartir triángulos esféricos equiláteros, que generalmente se forman por la proyección de uno de los poliedros regulares sobre la superficie de la esfera que los contiene.
Se ha recurrido por lo general al icosaedro (poliedro regular de 20 caras triangulares equiláteras). Y con esto se consigue un número pequeño de medidas diferentes de los elementos y una distribución fija de un número, pequeño también, de triángulos de material aislante térmico para la cubierta. Estrictamente hablando, una cúpula geodésica esta formada por elementos rectos, producto de la fabricación industrial, que fungen como cuerdas en una superficie de curvatura positiva, es decir, estas cuerdas se encuentran siempre en el interior de la superficie curva continúa. Todas estas cuerdas se encuentran en círculos máximos de la esfera.
Figura 2. Desde lo geométrico del neolítico podemos ver los cinco poliedros regulares