Y seguimos pidiendo la palabra: NOCTURNOS
II
Un poco de sal aún en las mejillas,
sangre agolpada en el filo de la angustia.
-Ya te viste suspendido
en el vaivén inaugural
del sueño inmenso de tu cuerpo-
Escucha cómo los tambores de la vida
llevan su música a otra parte.
Deja nada que explique tus razones
ni pistas hacia algún motivo,
si el suicida justifica su camino
extiende un cheque en blanco a la amargura.
Recuerda:
peor que pegarse un grito
es atar el silencio a la garganta.