• werr
  • wer
  • weeee

¿QUÉ SUEÑAN LAS ALMOHADAS?

Escrito por Raúl Cota Álvarez en Jueves, 16 Febrero 2023. Publicado en Literatura

Desde hace un par de días Paul se despertaba aburrido, un poco enfadado por que no soñaba nada, por más que trataba de recordar algún paisaje, aventura o personaje extraño que lo visitara mientras dormía, nada.

A sus seis años, ya contaba con un gran número de sueños extraños y divertidos, los cuales compartía con sus papás tan pronto amanecía, pero, hoy de nuevo, nada.

Inquieto como cualquier niño, Paul  siempre creyó que las ideas de todos caían de noche dentro de la almohada, y ahí se iban armando poco a poco las aventuras que lo entretenían en su descanso.

Por lo tanto, se dio a la tarea, tan pronto terminó su desayuno, de aprovechar su primer día de vacaciones en buscar una nueva almohada, ya que la suya, pensaba, se había llenado de ideas y ya no era posible para ella fabricar sueños, incluso la sentía mas pesada, algo incómoda.

Primero fue a la sala, un cojín podría servir, sólo que al pesarlo y medirlo con la vista se dio cuenta de su pequeñez, por lo que los sueños que arrojaría serían breves, apresurados, además tendría que cambiarlo demasiado pronto, y la idea era tener sueños de nuevo para un buen rato.

En la cama de sus padres sobraba una almohada, pero en realidad no era opción, ya que sus papás eran personas muy ocupadas, así que imagínate la cantidad de sueños, nombres, números, tareas que esa pobre tendría, hasta el cuello, Paul supo de inmediato la razón por la que sobraba la pobre almohada en esa cama: estaba igual o más llena que la suya.

Algo desesperado ya, y con un poco de hambre, decidió acudir a la experiencia:  el abuelo.

El abuelo de Paul vivía desde hace ya un buen tiempo en casa de sus padres y ocupaba el cuarto de las visitas, tenía muchos años y se encontraba enfermo, lo que lo mantenía la mayor parte del día en reposo. De ahí que su nieto declarara en varias ocasiones que vivía en la cama.

Como su reino era el descanso, quién mejor que el abuelo para aconsejar a Paul sobre una buena almohada para sus sueños, o tal vez le dijera algún truco con el cual reparar su vieja almohada y dejarla lista para las nuevas noches de sueño y diversión.

Pasó varios minutos frente al abuelo sin que este despertara, lo que Paul aprovechó para echar un vistazo a su cuarto, lleno de fotos, libros y autos clásicos a escala; le gustaba visitar al abuelo y sus colecciones, solo que no podían platicar mucho tiempo, ya que el sueño lo vencía con frecuencia; una razón más para que su nieto tuviera la seguridad de que el era el indicado para conocer todo del mundo de los sueños.

El sueño del abuelo era tan profundo que Paul se contagio un poco de él y se recostó a su lado. Así, casi de inmediato, se vio manejando un gran auto clásico, entre un desfile de personas inmóviles que de algún modo se le hacían conocidas, mientras una lluvia de letras mojaba todo alrededor.

Despertó con una gran sonrisa en el rostro, y con un beso en la frente agradeció al abuelo su ayuda, entendió que un problema del sueño sólo podía resolverse dormido, y así fue, la almohada del abuelo era como él, experimentada, tanto que convirtió lo que Paul acababa de ver en un breve pero muy entretenido sueño.

Entonces la almohada de Paul era igual a él, muy joven, por lo tanto, aún no entendía del todo como irse deshaciendo de los sueños más viejos y así poder tejer nuevos con las ideas que le llegaban cada noche.

Una breve sacudida y un rato al sol fueron suficientes para que esa misma noche Paul reviviera en un tranquilo y fresco sueño la travesía en busca de nuevos sueños.

Todo parecía tener sentido, excepto por una duda que ahora lo asaltaba y que estaba dispuesto a resolver con ayuda de su soñador abuelo:

¿Qué sueñan las almohadas?

 

Acerca del Autor

Comentarios (1)

  • yanitza carolina jacinto castro

    yanitza carolina jacinto castro

    26 Agosto 2014 a las 22:06 |
    La almohada en ella pueden tener sueños buenos y malos y transportarnos a lugares imaginarios, o transformar lugares que conocemos pero los cambiamos.

Déje un comentario

Estás comentando como invitado.