Y seguimos pidiendo la palabra: CIELO VERDE
Sabía que faltaban escasas dos horas para que el sol saliese, y que estando dormida se irían como si de dos minutos se tratara, por lo tanto no me apeteció dormir de nuevo, abrí los ojos esperando encontrar un cielo azul oscuro lleno de estrellas, pero para mi sorpresa me topé con el cielo verde. Un verde oscuro que cubría la noche; observé por el ventanal junto a mi cama por un momento, podía ver los destellos de la luna esperando que pudiese observarla, quería que admirara su belleza pero la belleza de aquel cielo verde junto con sus destellos infiltrándose en este era mayor a cualquier otra cosa. Conforme pasaban los minutos el verde oscuro del cielo fue cambiando poco a poco; se convertía en un verde claro más tenue que el anterior; pude darme cuenta que aquella luna presumida que quería ser admirada, se había marchado y en su lugar el rubio y cálido sol había salido y no pararía de molestar hasta que me levantara de la cama, y así lo hice caminé discretamente hacia el patio trasero de la casa, sin hacer un solo ruido para poder observar mejor aquel magnífico escenario. El cielo aun se encontraba verde, los rayos del sol habían ya sustituido a los de la luna y en cambio ahora podía observar con más claridad los muchos brazos de este, todos vestidos de café sosteniendo al verde del cielo. Un pequeño fragmento de él callo hacia mis pies, no pude evitar voltear mi mirada hacia arriba, pude ver como sus pequeñas y ovaladas hojas se soltaban de sus brazos para poder danzar con el aire y ser tocadas por el sol, como si de un club nudista al amanecer se tratara, dos, tres, cuatro… muchas más se soltaron para hacer lo mismo y caer rendidas sobre el suelo, noté como el cielo verde que tan asombrada me tenia, era parte de la tierra y jamás llegaría hasta el cielo, el cielo verde que me había iluminado y despabilado estaba de pie junto a mi sujeto a la tierra de la misma manera en que yo me encontraba.