Y seguimos pidiendo la palabra: NOCHE
Podías ver formas en la oscuridad de ti misma, incluso en la oscuridad de los demás. Y cuando el atardecer cayó en tus manos, las cosas volvieron a su sitio.
La noche te resguarda.
El sonido de la lluvia inunda los oídos, las luces de los faroles te encandilan por medio segundo, luego parpadeas, aturdida.
El frío de la noche cala hasta los huesos, suspiras, mientras las lagrimas brotan de tus orbes, como brotan desde tu alma, No recuerdas cómo has llegado a este sitio, desolado justo como alguna vez te sentiste.
Eres ese momento, Temerosa de cruzar la calle que parece sin salida.
Y entonces te quedas ahí, mirando a la luna, por qué te recuerda a todo y a la vez a nada.