Y seguimos pidiendo la palabra: LOS DIÁLOGOS DEL ORTRO XXIII Y XIV
23
La sensación de que vivía una segunda vida era constante. Quería platicarlo con Jano, a pesar de la hora, pues del otro lado del mundo pasaba de medianoche. Constató que Jano estaba ahí.
—Qué bueno que te encontré —anotó Polo.
—Igual yo, necesitaba hablar contigo.
—Qué bueno… así me siento menos culpable por desvelarte.
—Para nada.
—¿Qué hacías?
—Intentaba escribir un poco… caray, ni una sola línea… Se me secó el cerebro.
—Hay temporadas en que las ideas se ausentan… por ejemplo, yo… Afortunadamente no son para siempre.
—Lo sé…
—Dímelo a mí ahora que vivo esto.
—¿Cómo va el asunto?
—Rocío sigue en manos de Federico.
—Deberías denunciarlo.
—Es muy riesgoso… ya lo sabes… Con cualquier movimiento en falso le hacen algo.
—Parece que siempre platicamos lo mismo.
—¡Pues cómo no, secuestraron a mi esposa con un bebé adentro!
—Me refiero a que no hace bien pensar tanto en el problema… Enfermarás.
—Cierto… ¿qué hago?...
—Quisiera darte una luz… pero sólo me queda enviarte buena vibra.
—Es que la desesperación me cierra los oídos.
—A eso me refiero, a que si estás en paz… el resultado llega solo… Si andas con ruido el conflicto se agudiza.
—Tienes razón.
—Oye, para hablar de otra cosa…. ayuda más… ¿qué crees que pasó?
—Dime.
—Por poco me atropellan… Caminaba por la calle para comprar un periódico; de pronto, sentí que alguien me abrazaba bruscamente aventándome al suelo… Hasta entonces me percaté de que un coche me arrollaría y que un hombre evitó el encontronazo… Todo fue muy rápido… No sé, tengo la sensación de que otro Jano se quedó muerto en el pavimento…
—¿De verdad?
—Sí… es más… hasta creo que vivo por segunda vez.
—Pensarás que te quiero copiar, pero me pasó algo parecido… Nada más que yo me iba a impactar contra otro coche… logré frenar y esquivar… También me quedó la misma sensación de que otro Polo había muerto.
—Lo cierto es que aquí estamos los dos a salvo, platicando por internet.
—Es extraño, tú y yo muertos y vivos a la vez…
—Polo, ¿ya viste la televisión?
—¿La tienes encendida?
—Sí, le doy seguimiento a las elecciones.
—Es un poco noche… Mañana es lunes. Me hicieran dar tantas vueltas para votar que acabé cansado… sin desear saber nada al respecto.
—¿Pero cómo perderme esto, Polo?
—Cierto, ¿qué miras ahora?
—El candidato va ganando… voté por él en la embajada.
—¿Cómo dices?
—Que el nuestro va adelante… eso dicen los primeros informes… Ya están cerrando las casillas… deben ser más de las seis de la tarde… Acá son más de las dos de la mañana.
—Permíteme un momento… prenderé el televisor.
Polo se levantó para tomar el control remoto. La pantalla mostró que todos los canales transmitían lo mismo; escuchó con atención: la nota era exactamente igual. Volvió al monitor de la computadora, tecleando lo que acababa de ver, también sorprendido por la noticia de su amigo.
—Jano, te equivocas… el Consejo Electoral ofrece la versión de que el otro triunfa por un pequeño margen.
—Es imposible… en este momento estoy viendo lo contrario… Te juro que el nuestro lo supera con un gran número… lo dicen las televisoras locales… incluso los noticieros extranjeros… la bbc de Londres confirma los datos… la propia cnn en español.
—Acá afirman otra cosa… cnn también lo subraya.
—¿Será un error?
—Debe serlo… tal vez por allá tengan los datos incompletos.
—Demasiada confusión como para que televisoras tan importantes se equivoquen.
—Por acá remarcan que los resultados son imprecisos… que no se puede determinar un ganador… El presidente del Consejo Electoral dice que el otro vence por un estrecho porcentaje.
—Pues acá ese mismo hombre declara que el nuestro tiene una amplia ventaja.
24
“¡Cuántos días en este encierro! Otra vez amordazada. Cómo me arrepiento… Ah, tenía que negarme, derrotar en la discusión a Polo… Qué asqueroso el tal Federico, cómo lo soporta… Polo no tiene carácter para enfrentarlo… Sí cómo no, siempre dice lo mismo ‘Voy a perder el trabajo’… ¿Y qué? Hay manos para ganarnos la vida. ¿Qué estará haciendo Polo? De seguro está más tranquilo porque sus libros están intactos… Tantos y leo poco, ¿para qué?, con tanto quehacer. Ay, me duele el vientre… Estos picores por todos lados, duele, caray… La bebé ya debe estar más grande… Está tibia, mi panza siempre tibia… Polo no me creyó cuando dije que se movía… ‘¿Cómo se va a mover, si apenas se está formando?’, dijo el muy tonto… El de la voz no llega… Tengo ganas de ir al baño… Claro, perder el trabajo es nuestro más grande miedo; papá andaba de uno a otro, nunca uno fijo, nada de estabilidad, ¿para qué? Ah, mi papá, era un cabrón… ‘Pobre Lauro, a todo le tiró y a nada le dio’, dijo Polina, su hermana menor, esa señora amargada, el día que lo velamos, ¿o el día que lo enterramos?... Jamás olvidaré que esa vieja le hizo la vida imposible a mi madre; me asustaba de niña con que las torres de electricidad se me vendrían encima… Por eso me negaba a andar con Polo porque su nombre me recordaba a la señora… Hace hambre…. Estas jodidas ganas de ir al baño… ya no aguanto… Los mecates me lastiman los tobillos… las muñecas… Si pudiera zafarme… De veras que no me escapo, si soy muy buena, como cuando estaba en la primaria… Me portaba taaaaaan bien, como decía mi maestra Ramona… Ah un día me echó la culpa de robarme el dinero de los ahorros… No fui yo, por más que dije… ese día también estuvo en la dirección mi mejor amiga… A las dos nos querían sacar que nosotras habíamos sido; no sé quién lo hizo, nosotras no fuimos… Hasta la fecha, cuando la veo, la profe me cae mal… le saco la vuelta porque se me sube el coraje otra vez. Ya no aguanto, ¿dónde estará el baño?... Debo hacerlo… ni modo que ya… ¿Así voy a estar todo el día? ¿Qué horas serán? Es malo en estas condiciones… Mi bebé pagaría las consecuencias… Se mueve… Son pataditas, es como agua licuada con sustancias viscosas… Ay, bebé, ¿en qué andamos metidas? Si le hubiera hecho caso a Polo, nada de esto pasaría… ¿Qué día será? Ay, mejor ya no pienso, puras tonterías… No puedo poner la mente en blanco… Trataré… Trataré… Trataré… Las ideas brotan como palomitas de maíz en la olla… desfilan como imágenes de cine… ¿Cómo estará Polo?, lo extraño… ¿Estará asustado con todo esto? Supongo que sí… Hasta añoro cambiarle los libros, sacarlos de los anaqueles… ¡Cómo puedo pensar que estará tranquilo porque no se los muevo!, ¡ya ni la amuelo! ¡Oigo un ruido! ¿La persona que me vigila? Deben ser pocos los que hicieron esto, donde sólo hay uno… La mordaza me aprieta la boca… Qué ingrata la oscuridad… Imagino a los ciegos, qué desesperación… Un ruido, se oye un ruido, qué bueno…”
—Acá estoy…
—Es la voz.
—No se mueva.
—Al fin llega, por poco reviento…
—¿Necesita algo?
—Ir urgentemente al baño desde hace horas.
—¡Qué mal!; le soltaré los pies para guiarla…
—Gracias, ya me andaba…
—Siéntese, a un lado está el papel… Sin hacer nada chistoso porque no le conviene al hijo que lleva adentro.
—Lo prometo, ¿para qué la amenaza?
—Por si las dudas; no me busque.
—Creí que era una persona más fina.
—No lo soy.
—¡Qué ridículo!, miren que secuestrar a una mujer embarazada por unos paquetes que sólo Dios sabe qué son.
—Permanezca en la ignorancia. Calladita se ve más bonita.
—No pretendo establecer una relación con usted… lo que pasa es que me vuelve loca este encierro, sin moverme, sin mirar a mi alrededor, sin realizar mi vida como hasta hace unos días…