Y seguimos pidiendo la palabra: SONETO DE LA ABUELA
I
…temblándole el papel que me entregaba.
Si mis hijos siempre están ocupados
pero la condenada pura traba
y nada, ¡No! le digo y ojos mudos
que me avienta. ¡Chamaca! Que’sque estaba
aquí cuidándome los bien cansados
pies de tanto reuma. Si les contaba:
de familia. Ve al César, bien huesudos.
Pero nadie oía todos aquellos
relatos de mi abuela de te-erizen.
Cada uno esgrimiendo los sellos
de la indiferencia. Que no te pisen,
vente a La Paz me dicen todos ellos
¿Amá, quieres vivir allá? me dicen