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Y seguimos pidiendo la palabra: Muerto el perro
¿Cómo es posible que me atreva a compararte con una barda, un árbol, una llanta o una bolsa de basura? ¿Acaso las palabras no son las amigas más perras del poeta? Las mías no te ladran ni te mueven la cola; no te olfatean ni te encuentran. ¿Muerto el poeta se acabó la rabia? Sin duda estoy tan enamorado, que no te puedo morder, escribir ni morirme.