Y seguimos pidiendo la palabra: JUANA DE ARCO
Soy Juana del Arco, nací en Donremy, en un pueblo chico de Francia, el 6 de enero de 1412. Mi papá de nombre Jaime, era un campesino muy trabajador, tenía cosechas de todo tipo, mi madre no trabajaba y se podría decir que era ama de casa, pero en veces ambas le ayudábamos a mi padre en el campo, ella es Católica, tenía mucha fe en la Virgen María, al igual que yo.
En 1426 comencé por escuchar voces que me decían ‘’tienes que ser parte de la salvación de tu nación’’ yo solo ignoraba y preferí dedicarle tiempo a mis prácticas religiosas. Las voces cada vez más y más inundaban mi cabeza, ya no estaba segura de continuar mi vida así, parecía que alguien me tenía vigilada, dándome ordenes de lo que tenía que hacer, había veces en las que solo cerraba mis ojos y dejaba que esas voces se adueñaran de mi mente, entre ellas había un voz peculiar, que insistía mucho en que yo tenía que salvar a Francia. Día y noche escuchaba órdenes por cualquier lado, y decidí contarle a mi tío para que hubiera una posible solución con todo esto. Fuimos hasta la ciudad vecina de mi pueblo, en busca del comandante del ejército para contarle todo lo que me estaba sucediendo, le había dicho que ‘’yo había sido enviada con un mensaje para salvar a Francia’’, el comandante no me creyó, diciéndome que solo me devolviera a mi pueblo.
Las voces seguían en mí, y la de la voz peculiar me había dicho que ‘’Francia tendría una derrota’’, les dije a todos que eso sucedería porque mis voces me lo decían, a los meses me volví a presentar con el comandante, el cual me había enviado con muchos hombres con armaduras y escudos horrendos para que me presentaran con el Rey. Cuando había llegado, pues tras varias pruebas que me habían hecho, el rey de apiado de mí, creando un ambiente de confianza, y de inmediato le dije que ‘’era solo guiada por las voces que en mi mente habitaban’’.
En Francia todo iba de mal en peor, el terreno político, y geopolítico, lo estaban invadiendo los ingleses. Pero tenía la fe en que esta vez derrotaríamos a todo aquel que quisiera apoderarse de mi nación.
Los militares junto con el rey, ya estaban dando por perdida la guerra, me arme de valor, y le había pedido al rey que me diera el mando de las tropas, junto con esos diez mil hombres, nos dirigimos a Orleans, pero antes de pelear y enfrentarlos les dije que ‘’quien luchará por su nación, luchaba con honor’’, al haberme escuchado decir esto, todos se animaron, combatiendo a los Ingleses sin piedad, nadie podía apoderarse de mi país.
Teniendo triunfo y victoria, liberamos a Orleans y a otras ciudades. Me sentía toda una guerrera, y hambrienta por quitar todo lo que estuviera a mi paso. El rey VII fue coronado como el jefe de toda Francia, en la ciudad de Reims.
Me sentía bien conmigo misma, estaba satisfecha de tener esas voces en mi mente, las cuales me indicaban que hacer, porque gracias a eso Orleans y mi país fue liberado. Mas sin embargo, comenzaba mi pesadilla, no obstante fue mi celebración de triunfo cuando ya de mí corrían rumores de intrigas obscuras.
Optando por ignorar esos rumores y estar preparada para el siguiente encuentro, ya que la instancia de la guerra por expulsar a los enemigos del el territorio Francés, era muy importante recuperar París, capital de los enemigos. Me dirigí hacia allí junto con los soldados. Ya estando en la batalla el rey me retira las tropas, y me dejaron a un lado, no sabía lo que estaba pasando, ni porque ya no querían que dirigiera al ejército francés.
Fui herida, cayendo prisionera de los borgoñeses. Los ingleses estaban sumamente interesados en mantenerme en prisión y para ello pagaron más de mil monedas de oro a los de Borgoña, de inmediato, los ingleses me sentenciaron a prisión. Me humillaban, me hacían como ellos querían, ya no soportaba el hecho de no saber lo que ocurría afuera, de no saber tanto ni de mis padres, ni de los soldados, todo era tan confuso, el no saber la razón por la cual me arrebataron a esas tropas era un dolor de cabeza o un martirio que lleve desde entonces.
Estando en la cárcel, me jugué un papel de ‘’resistir, pasará lo que llegase a pasar’’. Mantuve la postura de que ‘’voces que provenían de Dios, me indicaban salvar a mi nación’’. Así que decidieron acusarme de las victorias que habíamos ganado, supuestamente yo las había ejercido con poderes provenientes de brujerías. En ese momento entendí por qué todos se habían alejado de mí. Me fue injusta la manera de haberme acusado de bruja, fue la traición más cruel, y más cruda que me pudieron haber hecho, me levantaron falsos e incluso creo que me tenían envidia, ya que nadie pudo haber dirigido mejor como yo lo hice, o nadie supo plantear estrategias como yo, o mis voces.
El día del tribunal llegó y estuvo claramente compuesto por enemigos políticos y militares. Me dieron pena de muerte, fue un juicio humillante e injusto, pero ya no había marcha atrás, me ataron a un poste, cerré mis ojos y solo pensé en encomendarme a Jesucristo. Yo solo quería que mi país estuviera en libertar y triunfar siempre, justicia contra lo que se me acusaba. Recé hasta ya no aguantar el dolor y el fuego que en mis huesos y cuerpo sentía.