Y seguimos pidiendo la palabra: UNA OVEJA VUELTA LOBO EN 30 DÍAS
La cara de Victaliano Salazar Dircio ya está re-vista: requetevista, debo decir. Y es que "La Palabra" (revista de circulación local que cuenta ya con 14 números) nos la lleva cada mes en su persona. --¿Tiene cambio licenciado?, me pregunta mi secretaria. --¿Cómo dice?... --Es que ahí viene Victaliano; vaya sacando los $15.00. Y ese taco de buche, cuerito y maciz...a de menos, esa dieta obligada del "Día Victaliano" es una de mis breves alegrías en mis mañanas de escritorio: voces de siempre que hacen costumbre o familia (obligadamente Juan Pablo Rochín y si hay suerte un Raúl Cota, un Gilberto Ibarra). Señalo y condeno la demora al reconocimiento de la labor de este buen amigo nunca ausente en las reuniones de escritores y presentaciones editoriales. Es quizás Victaliano el colega más puro: apartado siempre de los aplausos pero el primero que los ofrece a los que lo piensan o lo han tratado como un Ninguno. Gracias al cielo Victaliano no es ninguno de nosotros: siempre está allá, mirando estrellas sin buscar palmadas en el hombro, un editor sin ego. No la revista al servicio de su personalidad sino el buen propósito de legitimar o difundir al (siempre) Otro. Al día de hoy Victaliano hace más por nuestra literatura viva que muchos de los autores tan festejados y revisados. Si bien es cierto "no la hace", sí la cuida, la defiende, la pasea, la convida. Gracias Victaliano por gastar lo que te ingresa con esfuerzo (y no te sobra) en una lucha musical contra los sordos. Tus piernas son más ágiles que las de todo un Instituto. Tú no cargas burocracia, cargas hambre en las pupilas; sed de ser en labios de otros la putísima y vendida dignidad de La Palabra. Victaliano: como lector te sugiero un nuevo nombre a tu publicación mensual: "Luna llena". Lo juro: da mucha luz al quehacer cultural el tenerla con toda certeza cada 30 largos días. Hermano de aullidos nocturnos, lo sabes: la palabra es el lobo del hombre.