Y seguimos pidiendo la palabra: MI ABUELO

Hace unos días estaba sentada escribiendo algunas tonterías. De repente algo extraño sucedió, mi televisión apagada, sin electricidad ni nada, aparecieron unas imágenes o más bien una especie de vídeo.

Recuerdo que era una niña con una enorme sonrisa. Parecía de unos dos o tres años, ella estaba con un hombre, él era grande, algunos cuarenta años; dejé mi cuaderno y observé mi televisión. Aquél hombre se me hacía familiar. Éste sostenía a la niña en sus brazos la besaba y abrazaba. Ella seguía sonriendo. Después de esa imagen tan hermosa mi televisión se tornó completamente negra. Seguí con mis cosas, hasta que aquella se prendió de nuevo. La misma pequeña estaba ahí, pero aquella sonrisa tan linda ya no estaba, ahora tenía lágrimas en sus ojos, en ellos ya no había felicidad como cuando estaba con aquél hombre, ahora había mucha tristeza.

Se veía cómo ella caminaba por un largo pasillo, hasta llegar a un cuarto, al fondo de éste había un ataúd, ella se acercó y alcanzó a ver… en ese ataúd estaba el mismo hombre; él estaba muerto. La niña comenzó a llorar.

Mi televisión de nuevo se oscureció totalmente, me sentí tan triste por la pequeña, sentí un gran nudo en la garganta. Unos segundos después la televisión se encendió de nuevo, y fue raro porque estaba yo ahí ¡yo era esa pequeña! Y aquél hombre, era mi abuelo.