Y seguimos pidiendo la palabra: A CIERTA HORA
A cierta hora me ataca el deseo de esculpir en la letra mis vacíos pero el cincel de mi pluma es tan débil que sólo alcanzo a tallar mi tristeza. Acabo siempre deseando ser aquél creciendo frente al fuego a mis espaldas diciendo sólo por decir, damnificado en tus piernas por fantasmas. Quiero contar una historia a nuestros hijos, el argumento real de mi existencia más el momento se marcha, nunca vino y sólo queda una tormenta de hojas blancas. Un día me soñé montando el viento al ritmo de la poesía de una música loca de una imagen de la explicación de la melancolía de nombres de días de lugares de términos detonados de principios de elementos por demás fundamentales de interesantes debates de cantina de vino de noche de té de tarde despedazado sueño deseo desastre. Un día me detuve en mi ventana ni el viento movía ni una hoja ni yo montaba nada ni intentaba sólo supe que volvía la hora del deseo desértico de mi alma.