Y seguimos pidiendo la palabra: ARENA
Sólo las piedras grandes hacen ruido. Las chicas sólo mascullan unas pocas palabras a nuestros pies... pies desnudos y tenemos que voltear, tratar de entender como siempre, y seguir tragando el ruido.
Puedes intentar recordar la tarde borrosa cuando el mar decidió alejarse y todo era un profundo desgañitarse en la niebla, agua virgen, cuerpo y tierra virgen: la tarde más remota; o sencillamente sentir el aliento azul del mar como una flor desesperada de color que revienta de tus pies hasta tu boca y en tu boca tu mano que acaricia hasta tu cuello, luego hasta tu vientre, otra vez tus pies y aún más abajo: arena...
-Aquí en la playa sólo las piedras grandes hacen ruido, las chicas ya son arena, - dijo con un sabor de vino en los labios, - pero la tarde casi se acaba y los ruidos sin luz...
-Nos quedarán las estrellas y con un poco de suerte, quizá hasta la luna, y aún así entiendo tu idea, no te preocupes. Aquí yo también suelto el cuaderno y mis inquisiciones, y desnuda como mis pies, de perderme en la arena siento ganas.- El vino casi se acaba.
-Traducir tus ganas a palabras no es el problema. Lo realmente difícil es afrontar el contexto y meterte en él: agua virgen, cuerpo y tierra virgen, la más perfecta pureza, tan perfecta que no puede prostituirla ni malentenderla el lenguaje, por eso todo tiene aquí que ser un rito, maculado por intraducible, libre, inextricable. A eso me refiero.
-El que este corpulento atardecer se meta en ti y te provoque, es formar parte de él, sin ritos, sin interrupciones, el solo goce de la belleza.- Se sentó en la arena húmeda que se amoldaba y se acomodaba en su piel en una complicidad incomprensible.
-Yo no gozo la belleza en la expectación. Trato de crearla. Entrar en el contexto; seguir la regla; de mi propio dolor, como las rocas, lograr una imagen, un instante, un sonido con el dolor: las rocas prisioneras de su grandeza colosal; el mar atrapado en su remota profundidad; la arena infinitamente pequeña, infinitamente inacabable... Cada elemento tiene su dolor, hacen el amor entre lamentos y mientras al aire, en imágenes y voces a volar se aventuran, un éxtasis unísono colma... colma... – un aspaviento derramó la botella al vacío de palabras.
-Colma nuestros ojos ¿ves?, volvemos a lo mismo, nuestro castigo por haberlo nombrado todo. Tenemos que espectar y cuando más, aprehender instantes en los sentidos pero ya nunca más, como en aquella tarde lejana, podremos ser grano de arena de este cuadro total. – Calló con su espalda desnuda a la brisa marina que filtraba su cabello y lo hacía danzar.
-Tal vez el único camino que nos queda es el amor a través de la carne. – Las palabras se perdieron ahogadas por el vino que caía en la arena, una voz más en la estridente sinfonía de la tarde y los cuerpos.
...puedes también no recordar ni sentir, sólo iniciar el rito de la belleza, del silencio, los ruidos, los contornos en las manos, en la boca y otra vez el silencio: la danza más sensual en la noche más profunda, una playa de éstas.