Y seguimos pidiendo la palabra: DIOSES
El Dios Neón ha llegado.
Predicando estridencias
avanza provocando hilaridad.
Hambrientos deglutimos sus destellos.
Fríos-desdichados-excitados
Veneramos la armonía,
cauce de nuestro escape nocturno;
desdoble de personalidad.
A oscuras nadie reconoce,
identificamos sombras de lo que dejamos percibir.
Su luz contorna el aura,
que pretendemos tener,
en el espacio perdido de la soledad urbana.