La tinta del aliento: EL CLAVEL Y YO
Como olvidar la brisa del otoño, si en lo único que podía pensar era en su perfume que se expandía en el aire. Todo comenzó en la Biblioteca Nacional, yo me encontraba en el pasillo de biología, y ahí a unos cuantos pasos estaba ella, tan frágil y bella, ¿cómo podría fijarse en mi? en un viejo acabado por los años.
Mi pasatiempo favorito era ir todos los miércoles a las 5 de la tarde para poder mirarla en la misma posición, sentada y con las manos delicadamente ojeando su libro, en una ocasión mientas pasaba enfrente de ella mis libros cayeron al suelo y rápidamente ella se agachó para ayudarme, al terminar ella me hizo un gesto de amabilidad, me sentí alagado, su rostro era la misma vida.
Mientas pasaban los días fui hablándole más y más, llegué a recomendarle libros muy interesantes, a ella le encantaba que lo hiciera.
Un miércoles de camino a la biblioteca pasé por un puesto de flores y se me ocurrió que sería un lindo detalle, compré un clavel, al llegar a la entrada noté algo muy raro un joven salió casi corriendo cruzándose en mi camino.
Caminé por el pasillo de biología y al llagar a la mesa de lectura la encontré tirada en el piso con un puñal en el cuello, la imagen de vida que su rostro poseía ya no estaba en ella.
Coloqué el clavel en su mano derecha y por último le besé la mejilla.