Y seguimos pidiendo la palabra: YA NO LE TENGO MIEDO
Hoy me han ordenado bajar al almacén por un revolver y una bala para cada soldado. Mis piernas no paran de temblar, he tratado de evitarlo pero me es imposible.
Al llegar al almacén hable con el encargado, muy buen tipo, siempre nos hemos tratado bien. Después de darme mi pedido me pregunto si quería recibo, ambos nos miramos a los ojos y nos reímos.
Estuvimos hablando de su familia y lo mucho que los quería, de cuanto deseaba estar con ellos y de que pronto los vería. También charlamos a cerca de uno de sus amigos, el cual estaba en una de las bolsas para cadáver que tenía a sus espaldas.
Después de conversar un rato me pidió que le hiciera un favor. Quería que lo pusiera lo más cerca posible de su familia. Tomó una de las bolsas para cadáver que estaban en el suelo y se metió en ella, como en una bolsa de dormir. Después saco un revolver y se pego un tiro.
Antes de salir del almacén cumplí su última voluntad, lo arrastre hasta donde estaban las de más bolsas para cadáver.
Por alguna extraña razón las piernas pararon de temblarme. Tal vez creo que, ahora ya no le temo a la muerte.