Y seguimos pidiendo la palabra: LA CIUDAD NEGRA FANTASEA CON EL MAR
Y se le humedecen los suburbios,
sus pliegues, su plaza.
Una energía invisible fluye por su espina dorsal.
Abre sus piernas de asfalto,
se erizan sus cúpulas sagradas.
Explota como el relámpago en la noche,
como el fuego entrando por la guitarra,
como el aullido saliendo del lobo
y moja suave como el sereno sobre los automóviles en las banquetas.
La más negra también provoca.
El viento lame sus paredes
y la adelgaza con su lengua de liga fina.
Lento a poco la consume,
como se consume el hielo en las fotografías,
como el niño dentro de la fiebre,
como la hoja cuando la acarician doce manos.
La más negra provoca.