POEMA
Mi tierra está en mi piel y su paraíso florece con una caricia de la amada, o con un recuerdo que se desliza de lo suyo. Mi paraíso está en mi piel que la recuerda y repite para mi palacio o para mi choza la música de su nombre. Y mi palacio destella porque digo de su memoria y de su desnudez que estas habitaciones de sucedido asombro miraron y se deleitaron cuando ella danzaba desnuda y decía las sílabas de luz que hay en mi nombre. Mi choza es un palacio porque la desnuda destella en su lujo de alumbramientos y danzaba y me decía y enumeraba mis trazos y amaba mi cuerpo desnudo para ella. Soy un sol que danza y regala su lujo y su escándalo y mínimos soles derramados porque ella dice mi nombre y se desnuda. Mi choza es un palacio que regala destellos porque ella duerme desnuda en mi lecho y mi cuerpo no duerme porque es un río que enumera sus alumbramientos cuando se desliza junto a mi cuerpo somnoliento que sueña que un abierto vuelo de sol persiste y canta y enumera el gozo de la vida en sucesión de espuma que nos dice sí, y avanza y vence en una sonrisa que es un tajo, y disuelve todo mísero polvo rencoroso porque mira que ella desnuda, inexplicable, danza y me alumbra con su más íntima llama.