Y seguimos pidiendo la palabra: Tú
Sabio el destino ignoto, tú,
que nos administra mutuamente
en intensas dosis lejanas
para que nos duren el gusto y el deseo,
el amor y la sorpresa.
Sabia es nuestra biología, tú,
porque eres mi remedio y yo tu cura
para este mal bermejo
en que a mí me sobra el mar que a ti te falta
y yo no tengo la arena tibia que desmoronas.
Sabias las leyes naturales, tú,
que nos mantienen errantes
sobre esta tierra azul en que nos encontramos
y, dios te oiga, nos volveremos a encontrar,
tú.