Leyenda de la mujer sepultada en panteón Los San Juanes
Corría el año de 1894 cuando fue inaugurado el antiguo Hospital Juan María de Salvatierra en instalaciones que actualmente ocupa la Casa de la Cultura del Estado, lugar que por su antigüedad esconde gran cantidad de historias sobre la terrible fiebre amarilla que atacó fuertemente a los sudcalifornios, era muy temida porque al ser enfermedad no respetaba edad, condición económica ni religión.
Los pocos avances médicos de aquellos tiempos no estaban a la par con la peligrosidad de la pandemia que llegó a tierras sudcalifornianas; al creerse muertos a quienes sufrieron esta enfermedad se les enviaba inmediatamente al cementerio, tenían un funeral muy corto y sin espectadores para posteriormente ser enterrados en las zonas más retiradas del panteón de Los San Juanes.
Dada la fuerte situación que se vivía en la región, arribaron al Territorio Sur varios enfermeros para atender a los enfermos, entre ellos una española llamada Graciela Labastida para brindar sus servicios en el Hospital Salvatierra. La desafortunada enfermera falleció semanas después de llegar por contagiarse de la fiebre amarilla e inmediatamente después que determinaron estaba muerta la introdujeron en un ataúd y la enterraron en la misma zona aislada del panteón, al igual que muchos otros a los que nunca fueron a visitarlos.
El tiempo siguió su camino y años después llegó al Territorio Sur un oficio de la orden religiosa de Sevilla, España, donde atentamente pedían la exhumación del cuerpo para ser enviado a Europa, ya que su familia deseaba que el cuerpo de Graciela descansara junto al de su familia.
Aceptaron la petición de la orden religiosa de Sevilla, pero lo escalofriante fue que al abrirlo encontraron el ataúd rasguñado y golpeado por dentro, la enfermera había sido sepultada viva. El espeluznante hallazgo se supo en todo el territorio e iniciaron varias exhumaciones para ver si alguien más había sido enterrado aun estando vivo.
Desde entonces hay quienes afirman que la enfermera Graciela se aparece en distintos puntos de La Paz, principalmente en la Catedral por ser un lugar religioso, al igual que ella en vida.