Crisol Internacional: "Pakistán- Morir o vivir por amor…"
¿Qué nos conmueve más a leer o escuchar a las noticias? ¿serán acaso las notas dramáticas sobre alguna catástrofe natural y sus efectos en diferentes regiones del mundo o los accidentes e incidentes de todo tipo y magnitud como el recientemente ocurrido del hundimiento del ferry y la trágica muerte de casi 300 pasajeros en Corea del Sur, o la todavía inexplicable y misteriosa desaparición de los 239 pasajeros y de la tripulación del avión de Malasyan Airlines hace ya casi tres meses, o tal vez y sin duda, el interminable secuestro de las más de 200 niñas por el grupo rebelde Boko Haram en Nigeria, o bien, los recurrentes tiroteos en las escuelas secundarias y preparatorias de diversas entidades en los Estados Unidos, sin olvidar el creciente y alarmante fenómeno del bullying en nuestro país, o ya de plano y llegando a la trivialidad y cursilería el desempeño de una selección nacional de futbol en vísperas del Mundial de Brasil o tal vez sólo los intrascendentes, banales e insignificantes rumores y escándalos acerca de alguna celebridad?. Sin duda, cada lector tendrá su propia respuesta y sus propios límites y es que no se trata de convertirnos en morbosos ante la tragedia, sino de cuestionarnos ante hechos reales el nivel de sensibilidad y de valores en que cada uno internamente vive. Seguramente ante el caso que hoy nos ocupa, habrá varios de nosotros, y más de nosotras, que se nos hiele la sangre y se nos forme un nudo en la garganta al enterarnos que en nuestros tiempos, una muerte pueda ser por amor!… Innegablemente, a lo largo de la historia de la humanidad y tanto en la literatura como en el teatro y hasta la música han habido muchas muertes trágicas por amor. Esas muestras de arte y cultura nos dan ejemplos de ello y son las muertes legendarias y épicas narradas en las grandes novelas desde la Antigua Grecia como Orfeo y Euridice, posteriormente Tristán e Isolda, hasta la clásica y muy famosa obra de Shakespeare Romeo y Julieta que se convirtió en un “Leitmotiv” en las expresiones artísticas y de la vida misma. Sin embargo, viviendo ya la segunda década del siglo XXI y contando con todos los avances y adelantos tecnológicos, científicos y de los medios de comunicación masivos; viviendo además en un planeta sumido en una economía neoliberal e hiperglobalizada, ¿realmente caben aún historias de destinos que literalmente personifican los extremos de la crueldad humana? La respuesta tristemente es que sí, y aún existen países cuya religión y cuyas costumbres prescriben la pena máxima, es decir la muerte y concretamente como es el caso que hoy nos ocupa en un nuevo Crisol, la lapidación de una mujer por amor …Esta fatal e inconcebible noticia, atravesó el mundo y muchos corazones como un verdadero proyectil de alta tecnología, al enterarse por las noticias del dramático y reprobable asesinato de una joven mujer embarazada Farzana Parveen, de 25 años y de su legítimo esposo, solamente por que se había atrevido a casarse con el hombre que amaba y que por ello fue lapidada por 20 miembros de su propia familia, justo al salir junto con su esposo de un edificio público en la ciudad de Lahore en Pakistán. Por supuesto, hechos inadmisibles como este nos deberían sacudir y motivarnos a resurgir de la mera indiferencia mediática y plantearnos acciones y profundas reflexiones sobre los distintos escenarios culturales en los que aún vivimos y especialmente, de la revaloración de tradiciones y costumbres que en un sentido son inexplicables en estos tiempos que definimos como “modernos”. Este hecho reprobable ocurrió recientemente en Pakistán, país ubicado entre el centro, sur y oriente de Asia, con acceso al mar Arábigo y al Golfo de Omán, conectando a través de ellos con regiones y rutas históricas, económicas y políticamente muy relevantes como son la India, China y Afganistán. Además, esta nación está históricamente relacionada con múltiples culturas e imperios como el hindú, persa, indo-griego, musulmán, turco, mongol, afgano y sijes. La región integra un mosaico que hoy comprende el espacio de la multi-colorida y multi-lingüe República Islámica de Pakistán,establecida tras su independencia de la Corona Británica ocurrida en 1947. Desde entonces, los habitantes de Pakistán han vivido con diversos gobiernos militares, periodos de inestabilidad política, conflictos territoriales con la India, peleando fundamentalmente por el control de Cachemira, provincia ubicada al Noreste y limítrofe entre ambos países. Pero a pesar de su innegable pasado histórico y muy estratégica para esa región asiática, existen testimonios que Pakistán está afrontando actualmente grandes problemas como el terrorismo, la pobreza, el analfabetismo y la corrupción y ahora, tras la noticia de la lapidación de la joven Farzana Parveen, habrá una renovada ola de sentimientos anti-islámicos, tirando con ello textualmente, más piedras sobre la tumba y el triste legado de esta joven embarazada, quien simplemente fue asesinada por que se caso por amor con la persona a quien ella y su corazón habían elegido, y que además trato de hacerlo con toda la legalidad dentro de los estándares occidentales que nosotros conocemos, compartimos y respetamos. Hasta este momento a raíz de este reprochable incidente ya han habido protestas internacionales y también locales en Islamabad, capital de Pakistán donde docenas de mujeres se reunieron para condenar el brutal hecho, haciendo también eco la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay quien condenó con vehemencia el asesinato a manos de los propios familiares de la víctima, lo que motivó que el Presidente Pakistaní ya ordenara un juicio inmediato en contra los responsables de ese cruel asesinato. Al revisar algunos ordenamientos y normas legales correspondientes encontramos que: "La lapidación es una práctica que se encuentra en la antigua tradición judaica e islámica como método de ejecución, pero no está prescrita por el Corán. En el Corán la lapidación no está contemplada como castigo para los casos de adulterio". A su vez Amnistía Internacional comenta que "Nosotros nos oponemos a la pena de muerte en cualquier circunstancia. Pero en el caso de la lapidación se trata además de una ejecución diseñada para aumentar el sufrimiento de las víctimas". Por ello, no solo su práctica es inaceptable, sino que también lo es su razón y en este caso, sin justificación por tratarse de una relación sexual consensuada entre dos adultos.” Según la tradición jurídica en el mundo musulmán, el condenado a lapidación tiene que ser adulto, casado, musulmán, en el pleno de sus facultades mentales y el adulterio tiene que ser además comprobado como tal por cuatro testigos que tienen que coincidir en todos los detalles. Nos damos cuenta que son tantas las condiciones que es prácticamente imposible la aplicación de un castigo tan severo que esté previsto como forma disuasiva. Entonces todo indica que el hecho se basa en una interpretación errónea y posterior a las normas fundamentales del Islam. Quizás resulte necesario escalar mentalmente una de las montañas más altas y desafiantes del mundo, el K2, que se encuentra justo ahí en Pakistán, para cambiar de perspectiva y poder volver a apreciar en la soledad de la cima la belleza del amor y de la vida, preservando así el respeto a la vida y a la dignidad humana y confiando que la justicia no siempre es ciega y que las cosas, sobre todo para las mujeres de nuestro tiempo y en cualquier parte del mundo puedan cambiar y mejorar y que entonces pueda haber una vida por amor…
P.S. http://elpais.com/diario/2010/09/20/sociedad/1284933601_850215.html