Cultura Empresarial: ROMPIENDO BARRERAS
Escrito por Jorge Alberto Vale Sánchez en Martes, 13 Noviembre 2018. Publicado en Jorge Vale, Jorge Alberto Vale Sanchez, Cultura Empresarial, Desarrollo organizacional
Los descubrimientos científicos de los últimos sesenta años han impactado nuestros sentidos. Poco a poco nos hemos acostumbrado a cambios frecuentes en nuestra forma de vida y al mismo tiempo hemos perdido la capacidad para asombrarnos y sorprendernos ante lo cotidiano.
Los expertos en aeronáutica saben que para poner una nave espacial en órbita se requieren una potencia y una fuerza mucho mayores, durante el despegue y el paso por la barrera atmosférica terrestre, que durante la navegación espacial, fase que se desarrolla con menor esfuerzo y más facilidad.
Algo muy semejante ocurre al vencer otro tipo de barreras, como lo comenta C. Yeager, el piloto que vivió el reto de romper la barrera del sonido, volando a una velocidad superior a los 1,100 kilómetros por hora (Mach 1.06), y tiempo después a velocidades más altas. Este personaje narra en su autobiografía: ...cuando más rápido iba, el vuelo se hacia más suave... el vuelo era tan suave... mi abuela hubiese podido ir sentada allá atrás sorbiendo limonada... yo estaba estupefacto. Después de tanta ansiedad y tantas prevenciones, romper la barrera del sonido era realmente algo decepcionante. La barrera del sonido, lo desconocido, sólo era una incursión a través de una especie de gelatina espacial, como circular en una autopista perfectamente pavimentada.
Estos ejemplos —las leyes de la aeronáutica y la experiencia del piloto que rompió la barrera del sonido— nos muestran cómo la mayor parte de las veces, la dificultad para romper una barrera —como ocurre con un cambio organizacional—, está en el arranque, en la fase primaria, en la puesta en marcha, y que una vez superada esta barrera todo tiende a suavizarse.
Al mismo tiempo que los cambios tecnológicos nos abren nuevos horizontes, también con ellos nos hacemos de nuevas barreras mentales y desde luego, nuevos hábitos que impactan en nuestro estilo de vida. De igual manera que el equilibrio entre las fuerzas centrípeta y centrífuga de nuestro planeta nos mantiene en un mundo perfectamente balanceado, así también la estabilidad humana proviene del equilibrio entre las fuerzas externas e internas que operan sobre las personas.
Esto puede ayudarnos a comprender las dificultades que enfrentamos al promover un cambio en nuestros proyectos personales, empresas o instituciones públicas. Lo difícil es dar el primer paso, que es también el más largo; los principales obstáculos a vencer son las barreras mentales que nuestros hábitos van formando. El temor al cambio proviene principalmente del miedo a perder el equilibrio alcanzado, entre lo que creemos y lo que hacemos, es decir, entre nuestro interior y nuestro exterior, ya que el cambio tiende a romper con el estado de comodidad que dicho equilibrio implica.
El camino lógico para poder dar este primer paso hacia el cambio, es entonces a través del fortalecimiento de la integridad. La falta de integridad en el ser humano proviene de la incongruencia entre el “deber ser” y el “ser”; nuestros hábitos no corresponden con nuestros valores y por lo tanto no hay correlación entre lo que creemos y lo que hacemos.
Si bien la integridad corresponde a cada individuo, la filosofía que se adopte dentro del modelo gerencial o de administración de los recursos humanos, puede coadyuvar al fortalecimiento de ésta en una institución. La integridad es la principal fortaleza que como individuos nos permite modificar nuestros hábitos personales, promoviendo los cambios que favorecen nuestro desarrollo personal y por tanto el de nuestra organización. Desafortunadamente, la mayoría de las veces, este análisis lo desarrollamos después de dificultades o problemas causados por nuestra falta de integridad y de ahí la importancia de evitar la repetición de errores y problemas del pasado en la construcción de nuevas etapas en la historia de nuestra vida u organización.