Desasosiego
Estoy debatiéndome en una encrucijada de huesos, me aferro a una creencia azucarada, adhiero a mi boca granitos de dulce expiación, vuelco en el sofá con los ojos cerrados, voy solitario insaciable perdido, mientras pasan fantasmas mi abuela, mi padre, mi primo, sombras pródigas que dilapidaron el miedo como mantequilla en sus labios. Vaga delante de mí un mundo pegajoso, dulce, amargo y hostil, un tren de noche que incita a dejar este envoltorio vacío, adonde se cuela a lo lejos una muerte endulzada. Hombre, vaho y ley de la nostalgia, dejo salir del sótano al invierno. Su mano un adiós me deja una polvacera en el rostro, roe la sangre que empaño con desasosiego si preguntas por cómo me ha ido. Atravieso recintos sin ti con la memoria en la nada, y sin embargo el desdén funerario simula volver a estos tristes huesecitos, siempre prosa difícil que desagua en tus ojos.