EL HOMBRE DE LAS MANOS DE NUBE XVI
XVI
Sonreír
soltar al mismo tiempo sonidos guturales
entonces volver el tiempo
creer que el amor infantil
las caricias juveniles
darán una nueva vaga claridad al pensamiento
para contar cuántas olas
se han estrellado contra nuestra balandra.
(¿Qué tan lejos andará Medusina a estas horas
navegando sobre mis tablas resarcidas?)
Dónde habrán quedado las lunas
el suspiro vacilante de mi madre
su corazón amplísimo bien fatigado
alma ya sin miedo frente a la noche o el día.
¡Cuánto sacrificio
madre,
amiga
y compañera!
Eres recinto que se deshace
se levanta
piedra sobre piedra
justicia divina y suplicio de luz amorosísima
estrechez de manos
pupilas confidentes
mujer de las manos tenues.
¡Dios quiera abstenerse un instante
–perpetuamente quieto
de pedirle una canción de cuna inspiradora
a sus ángeles cantores
en honor a la fortaleza de tus años–
otras diez mil lunas de octubre!