MADRUGARON LOS SILENCIOS
Estoy bajo la cama
oyendo crecer el ruido de los remolcadores de almas.
¿A quién afecta si estoy desnudo
si la electricidad trepa las paredes de mi cuarto
en busca de mi alma simple
para torturarla?
Tumban jalan descobijan
despojan de sus significados
las cicatrices de mis manos duras.
Jamás saldré a conocer los truenos.
¡Me importa un bledo que la casa
se venga abajo con los ruidos
pisadas de la policía!
¿Qué harán de mí?
No lo quiero saber.
Sea que no quiero pasar por vivo.
Si fue otro quien tiñó de grana el río
si fue el diablo mundo quien me hizo entender
que tu cuerpo no era el mío
que pintar de rojo la puerta
con tus labios embarrados
no lo quiero saber.
¡Silencio!
No hagan ruido
necesito cobijarme con tus ojos
en el resto de ti y de tus huesos.
¡Ay, la vida!,
duele cuando nos refugiamos desnudos bajo la cama, cansados
arrancándonos los brazos y la piel y tu pelo en un pacto de miedo
la angustia de tu ser calma mis dedos.
Si las huidas por los techos de las casas
si las balas como pájaros surcaron
e hicieron nido en la comba de mi cuerpo
si flexionaron las corvas al mendigo
si cayó en el umbral de un patio, desarmado
en dos partes dividido
si una grande pira gana altura
bajo la luna chillante que se agolpa
si en silencio el corazón yace apedreado
si en la confusión del humo te aproximas
si la eternidad nos deja ciegos
entonces tus ojos se han vuelto flor de luna.